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domingo, 30 de octubre de 2011

Hermenéutica Introducción Bíblica: Capacitación para Obreros Itinerantes

Hermenéutica Introducción Bíblica: Capacitación para Obreros  Itinerantes 
biblias y miles de comentarios
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 0.9MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial

Información
Una de las primeras ciencias que debe conocer el predicador es ciertamente la hermenéutica. Pero, cuántos predicadores conocemos que ni de nombre la conocen.

¿Qué es, pues, la hermenéutica? El Arte de  interpretar los textos," responde el diccionario. Pero la hermenéutica (del griego hermenevein, interpretar), de la cual nosotros nos ocuparemos, forma parte de la Teología exegética, o sea la que trata de la recta inteligencia e interpretación de las Escrituras bíblicas.

Pedro mismo admite, hablando de estas Escrituras, que entre las del Nuevo Testamento "hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras (las del Antiguo) para perdición de sí mismos." Y para mayor desgracia y calamidad, cuando estos indoctos en los
conocimientos hermenéuticos se presentan como doctos, torciendo las Escrituras para probar sus errores, arrastran consigo multitudes a la perdición.


Tales indoctos, pretendidos doctos, han resultado siempre heresiarcas o erroristas. Desde los falsos profetas  de antaño hasta los papistas  de la era cristiana, y los eddüstas y ruselistas de hoy. Y cualquier  predicador que ignore esta importante ciencia se verá muchas veces perplejo, y caerá fácilmente en el error de Balaam y en la contradicción de Coré. El arma principal del soldado de Cristo es  la Escritura, y si desconoce su valor e ignora su legítimo uso, ¿qué soldado será?

No hay libro más perseguido por los enemigos, ni libro más torturado por los amigos, que la Biblia, debido a lo último a la ignorancia de toda sana regla de interpretación". Esto, hermanos, no debe ser así. Este don del cielo no nos ha venido para que lo usemos cada cual a gusto propio, mutilándolo, tergiversándolo o torciéndolo para nuestra perdición.

Acordémonos, que las mismas variadísimas circunstancias que concurrieron en la producción del maravilloso libro, requieren del expositor que su estudio sea detenido y siempre "conforme a ciencia," conforme a principios hermenéuticos.

Entre sus escritores, "los santos hombres de Dios, por ejemplo, que hablaron siempre inspirados del Espíritu Santo;" hallamos personas de tan variada categoría y educación, como lo son, sacerdotes, como Esdras; poetas, como Salomón; profetas, cual Isaías; guerreros, como David; pastores, cual Amós; estadistas, como Daniel; sabios, como Moisés y Pablo, y "pescadores, hombres sin letras," como Pedro y Juan. De éstos, unos formulan leyes, como Moisés; otros escriben historia, como Josué; éste escribe salmos, como David; aquél proverbios, como Salomón; unos profecías, como Jeremías; otros biografías, como los evangelistas; otros cartas, como los apóstoles.

En cuanto al tiempo, vivía Moisés 400 años antes del sitio de Troya y 300 años antes de aparecer los más antiguos sabios de Grecia y de Asia, como Tales, Pitágoras y Confucio, viviendo Juan, el último escritor bíblico, unos 1500 años después de Moisés.

Respecto al lugar, fueron escritos en puntos tan distintos como lo son el centro de Asia, las arenas de Arabia, los desiertos de Judea, los pórticos del Templo, las escuelas de los profetas en Betel y Jericó, en los palacios de Babilonia, en las orillas de Chebar y en medio de la civilización occidental, tomándose las figuras, símbolos y expresiones de los usos, costumbres y escenas que ofrecían tan variados tiempos y lugares. Los escritores bíblicos fueron plenamente inspirados, pero no de tal modo que resultase superfluo el mandamiento de escudriñar las Escrituras y que se dejara sin consideración tanta variedad de personas, asuntos, épocas y lugares. Estas circunstancias, como es natural. influyeron aunque no  ciertamente en la verdad divina expresada en el lenguaje bíblico, pero  sí en el lenguaje mismo, del que se ocupa la hermenéutica y que tan preciso  es que comprenda el predicador, intérprete o expositor bíblico.

Una breve observación general respecto  a dicho lenguaje, acaso nos hará más patente todavía la suma necesidad del conocimiento de reglas de sana interpretación para el estudio provechoso de las Escrituras.

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