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viernes, 11 de noviembre de 2011

biblias y miles de comentarios
 
REVELACIÓN
LA ESCRITURA ES LA PALABRA DE DIOS
Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada sobre las tablas.
Éxodo 32:16
El cristianismo es el verdadero culto y servicio al verdadero Dios, Creador y Redentor de la umanidad. Es una religión que se apoya en la revelación: nadie sabría la verdad acerca de Dios, ni se podría relacionar con Él de una manera personal, si Él no hubiera actuado primero para darse a conocer. Pero Dios ha actuado así, y los sesenta y seis libros de la Biblia, treinta y nueve escritos antes de venir Cristo, y veintisiete después de que hubo venido, constituyen juntos el registro escrito, interpretación, expresión y prototipo de su autorrevelación. Dios y la santidad son los temas que unen toda la Biblia.
Desde un punto de vista, las Escrituras (Escrituras significa “escritos”) son el fiel testimonio de los santos a favor del Dios al que ellos amaron y sirvieron; desde otro punto de vista, y por un ejercicio exclusivo mediante el cual Dios dominó su composición, son el testimonió y las enseñanzas del propio Dios, con forma humana. La Iglesia les llama “Palabra de Dios” a estos escritos, porque tanto su autor como su contenido son divinos.
La seguridad decisiva de que las Escrituras proceden de Dios y están compuestas en su totalidad por su sabiduría y verdad, procede de Jesucristo, y de sus apóstoles, que enseñaron en su nombre. Jesús, Dios encarnado, consideraba su Biblia (nuestro Antiguo Testamento) como las instrucciones escritas de su Padre celestial, que Él tenía que obedecer tanto como los demás (Mateo 4:4, 7, 10; 5:19–20; 19:4–6; 26:31, 52–54; Lucas 4:16–21; 16:17; 18:31–33; 22:37; 24:25–27, 45–47; Juan 10:35), y que había venido a cumplir (Mateo 5:17–18; 26:24; Juan 5:46). Pablo describe el Antiguo Testamento como totalmente “inspirado por Dios”; esto es, producto del Espíritu (“aliento”) de Dios, de la misma manera que el cosmos (Salmo 33:6; Génesis 1:2) y escrito para enseñar a la cristiandad (2 Timoteo 3:15–17; Romanos 15:4; 1 Corintios 10:11). Pedro sostiene el origen divino de las enseñanzas bíblicas en 2 Pedro 1:21 y 1 Pedro 1:10–12, y esto mismo hace con la forma en que cita los textos el autor de la epístola a los Hebreos (Hebreos 1:5–13; 3:7; 4:3; 10:5–7. 15–17; cf. Hechos 4:25; 28:25–27).
Puesto que las enseñanzas de los apóstoles sobre Cristo son en sí mismas verdad revelada en palabras enseñadas por Dios (1 Corintios 2:12–13), con todo derecho, la iglesia considera los escritos apostólicos auténticos como aquellos que completan las Escrituras. Pablo ya se refería a las cartas de Pablo como parte de las Escrituras (2 Pedro 3:15–16), y es evidente que Pablo está llamando Escrituras al evangelio de Lucas en 1 Timoteo 5:18, donde cita las palabras de Lucas 10:7.
La idea de unas líneas directrices escritas procedentes de Dios mismo, como base para una vida santa, se remonta al acto divino de escribir el Decálogo en tablas de piedra, e indicarle después a Moisés que escribiera sus leyes y la historia de su trato con su pueblo (Éxodo 32:15–16; 34:1, 27–28; Números 33:2; Deuteronomio 31:9). Interiorizar este material, y vivir de acuerdo con él, fue siempre central en la consagración genuina de Israel, tanto para los líderes como para la gente común y corriente (Josué 1:7–8; 2 Reyes 17:13; 22:8–13; 1 Crónicas 22:12–13; Nehemías 8; Salmo 119). El principio de que todo debe ser gobernado por las Escrituras; esto es, por el Antiguo Testamento y el Nuevo tomados en conjunto, es igualmente básica para el cristianismo.
Lo que dicen las Escrituras, es Dios quien lo dice, porque, de una manera sólo comparable al misterio de la Encarnación, más profundo aún, la Biblia es al mismo tiempo humana por completo, y divina por completo. Por consiguiente, debemos recibir todo su variado contenido—historias, profecías, poemas, cánticos, escritos sapienciales, sermones, estadísticas, cartas y cualquier otra cosa—como procedente de Dios, y debemos reverenciar todo cuanto enseñan los escritores de la Biblia como instrucción de origen divino y poseedora de toda autoridad. Los cristianos nos debemos sentir agradecidos a Dios por el don de su Palabra escrita, y aplicarnos con ahínco a fundamentar nuestra fe y nuestra vida total y exclusivamente en ella. De no hacerlo así, nunca lo podremos honrar ni agradar como Él nos llama a hacerlo.
LOS CRISTIANOS PODEMOS
COMPRENDER LA PALABRA DE DIOS
Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón.
Salmo 119:34
Todos los cristianos tienen el deber y el derecho, no sólo de aprender de la herencia de fe de la Iglesia, sino también de interpretar las Escrituras por sí mismos. La Iglesia de Roma tiene dudas sobre esto, y alega que a la persona sola le es fácil hacer una interpretación errónea de las Escrituras. Esto es cierto, pero las siguientes reglas, si se observan con fidelidad, ayudarán a impedir que esto suceda.
Todos los libros de las Escrituras son de composición humana, y a pesar de que siempre se los debe venerar como Palabra de Dios, su interpretación debe comenzar por su carácter humano. Por consiguiente, la alegorización, que no tiene en cuenta el significado expresado por el escritor humano, no es adecuada nunca.
Ninguno de sus libros está escrito de manera codificada, sino de una forma que podían entender los lectores a los cuales iba dirigido. Esto es cierto, incluso con respecto a los libros que usan primariamente del simbolismo: Daniel, Zacarías y Apocalipsis. El argumento principal siempre está claro, aunque los detalles aparezcan nublados. Por eso, cuando comprendemos las palabras utilizadas, el fondo histórico y las convenciones culturales del escritor y de sus lectores, vamos por buen camino para captar los pensamientos que se están presentando. No obstante, la comprensión espiritual—esto es, el discernimiento de la realidad de Dios, sus formas de tratar a la humanidad, su voluntad presente y nuestra propia relación con Él ahora y para el futuro—nunca nos alcanzará a partir del texto, hasta que sea quitado el velo de nuestro corazón y podamos compartir la pasión del propio autor por conocer, agradar y honrar a Dios (2 Corintios 3:16; 1 Corintios 2:14). Aquí hace falta orar para que el Espíritu de Dios engendre esta pasión en nosotros y nos muestre a Dios en el texto. (Véanse Salmo 119:18–19, 26–27. 33–34, 73, 125, 144, 169; Efesios 1:17–19; 3:16–19).
Cada uno de los libros tiene su lugar dentro del progreso de la revelación de su gracia por parte de Dios, que comenzó en el Edén y alcanzó su punto cimero en Jesucristo, Pentecostés y el Nuevo Testamento apostólico. Debemos tener presente ese lugar cuando estudiemos el texto. Por ejemplo, los Salmos, que sirven de modelo para el corazón de los santos de todas las épocas, expresan sus oraciones y alabanzas en función de las realidades típicas (reyes y reinos terrenales, salud, riquezas, guerra, larga vida) que circunscribían la vida de la gracia en la era precristiana.
Todos y cada uno de los libros proceden de la misma mente divina, de manera que las enseñanzas de los sesenta y seis libros que componen la Biblia serán complementarias entre sí, y tendrán coherencia interna total. Si no somos capaces de ver esto, el fallo está en nosotros, y no en las Escrituras. Es cierto que las Escrituras no se contradicen entre sí en ningún lugar; al contrario, los pasajes se explican unos a otros. Este sólido principio de interpretar las Escrituras por medio de otras Escrituras recibe algunas veces el nombre de “analogía de las Escrituras”, o “analogía de la fe”.
Cada uno de los libros presenta verdades inmutables con respecto a Dios, a la humanidad, a la santidad y la impiedad, aplicadas a situaciones concretas en las cuales se hallaron ciertas personas y grupos humanos, y ejemplificadas por ellas. La etapa final en la interpretación bíblica consiste en reaplicar estas verdades a nuestra propia situación vital; ésta es la forma de discernir lo que Dios nos está diciendo desde as Escrituras a nosotros en este momento. Tenemos ejemplos de aplicaciones así en el momento en que Josías se da cuenta de la ira de Dios porque Judá no ha sabido observar su ley (2 Reyes 22:8–13), o cuando Jesús razona a partir de Génesis 2:24 (Mateo 19:4–6), o Pablo usa Génesis 15:6 y el Salmo 32:1–2 para mostrar la realidad de la justicia presente por la fe (Romanos 4:1–8).
No se debe tratar de hallar en las Escrituras, ni imponerles tampoco, significado alguno que no se pueda sacar con toda certeza de las mismas Escrituras; esto es, que no sea expresado de manera inequívoca por uno o más de sus escritores humanos.
La minuciosa y piadosa observancia de estas reglas es distintivo de todo aquel cristiano que “usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).


martes, 30 de agosto de 2011

La Sapiencia de La Biblia: Lo que dijo hace milenios y que recién se ha comprobado

  
Defiende tu Fe en Dios
 
La Biblia menciona notables hechos científicos que serían descubiertos y confirmados experimentalmente por el hombre con mucha posterioridad. Acá veremos algunos de ellos. Bien haría usted en tomar su Biblia y corroborarlos:
  • La "redondez" o forma esférica de la tierra (Isaías 40:22)
  • La ley de la conservación de la masa y de la energía (2a Pedro 3,7)
  • El ciclo hidrológico (Job 26:8; 36:27-28; 37:16; 38:25-27; Salmo 135:7; Eclesiastés 1:6-7).
  • La ley de la creciente entropía, concepto que dice que la energía disponible se está agotando (Salmo 102: 25-27)
  • La primordial importancia de la sangre en el proceso de la vida (Levítico 17:11)
  • La naturaleza de la salud, la higiene y la enfermedad (Génesis 17:9-14; Levítico 12-14).
  • La circulación atmosférica (Eclesiastés 1:6)
  • El campo de gravedad o gravitacional (Job 26:7)
  • El aire tiene peso (Job 28:25)
  • La existencia de valles en los mares (2 Samuel 22:16).
  • La existencia de manantiales y fuentes en los mares (Génesis 7:11; 8:2; Proverbios 8:28).
  • La existencia de "caminos" en las aguas (corrientes oceánicas) de los mares (Salmo 8:8).
  • El hecho de que todos los seres vivos se reproducen según su especie (Génesis 1:21; 6:19).
  • La casi infinita extensión del universo sideral (Isaías 55: 9)
  • El vasto número de estrellas (Jeremías 33: 22; Gén.15: 5)

viernes, 1 de julio de 2011

Investigación Teologica: Metodología de la Investigación aplicada a las Ciencia Teológicas


Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 48Págs | Idioma: Spanish |Categoría: Metodología de la Investigación
Información

Capítulo 1: Introducción a la Investigación      5

Capítulo 2: Los Referentes Iniciales o Introducción     9

Capítulo 3: Marco Teórico        15

Capítulo 4: Marco Metodológico       18

Capítulo 5: Técnicas de Recolección de Datos     23

Capítulo 6: Análisis de los Datos y Conclusiones     28

Capítulo 7: El Reporte de Investigación y Otras Aplicaciones de la Investigación 35

Apéndice 1: Ética e Investigación       37
  
Lista de Referencias         42

Guía de Estudio         43

Según Barrantes el origen del término “investigación” proviene del latín “investigatio”, que significa “seguir un rastro”
Por otro lado, cuando consultamos la palabra investigar en el Diccionario de la Real Academia Española, esta nos da una serie de acepciones, entre ellas rescato las dos primeras: 
  1. Hacer diligencias para descubrir algo. 
  2. Realizar actividades intelectuales y experimentales de modo sistemático con el propósito de aumentar los conocimientos sobre una determinada materia. 
Las dos definiciones nos ayudan a entender lo que se percibe como investigación. Las dos hablan de un procedimiento “hacer diligencias” y “realizar actividades intelectuales y experimentales de modo sistemático”; y las dos nos hablan de un propósito “descubrir algo”, y “aumentar  los conocimientos sobre una determinada materia”.
La investigación entonces implica un procedimiento, una estrategia a seguir, una serie de pasos que deben realizarse en forma sistemática, con el fin de conocer de una mejor manera un determinado fenómeno o área de conocimientos.
 
 Entre otras definiciones de investigación tenemos las siguientes:   “Realizar acciones que conduzcan al descubrimiento  o conocimiento de una cosa”
“Un proceso sistemático, formal, inteligente y controlado que busca la verdad por medio del método científico y que nace de un sentimiento de insatisfacción, ya sea vital o intelectual, cuyo producto es el conocimiento científico”
 
Hay muchos tipos de investigación. Existen las investigaciones bibliográficas que buscan investigar un tema solamente en los libros, investigaciones de laboratorio, que buscan reproducir experimentos en un ambiente controlado, investigaciones de campo, y muchas otras. En este escrito desarrollaremos lo que llamamos “investigación de campo” es decir, “estudios que se realizan en situaciones naturales y que permiten con mayor libertad generalizar los resultados a situaciones afines”

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