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jueves, 2 de abril de 2015

El cristiano se caracteriza por su capacidad de animar a los decaídos: Hay quienes padecen graves sufrimientos

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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El Toque Personal
Colosenses 4:7–18
El ministerio de Pablo giraba alrededor de ciertos hombres claves con quienes colaboraba. El mismo había entrenado a la mayoría de ellos y mostraba gran confianza en su fidelidad y capacidad de realizar la obra de manera digna que glorificara a Dios.
El apóstol concluye su carta a los colosenses con varias notas personales en las cuales describe a algunos de esos ayudantes que servían con él en el ministerio. Los felicita por su fidelidad y los presenta como compañeros dignos de imitar, y que consideraremos al estudiar estas notas.
INFORME DE SU SITUACION 4:7–9
En una carta tan breve como esta, era difícil ponerles al día en cuanto a todo lo que pasaba en Roma. Tal vez por causa de la situación política en que se encontraba tampoco convenía decir mucho por escrito. Por eso, dice que Tíquico y Onésimo les informarían de su estado y cómo le estaba yendo.
El primero era uno de los delegados de las iglesias que había acompañado al apóstol en su último viaje a Jerusalén (4:7–8). Probablemente fue enviado como uno de los guardianes de la ofrenda para los necesitados (Hechos 24:17; Romanos 15:25–26; 1 Corintios 16:1; 2 Corintios 8–9). Se menciona en otros pasajes también como su colaborador en varios aspectos de la obra. Esta vez llevaba las cartas y explicaría la situación en Roma.
Se listan algunas de sus características más notables. Era un hermano amado, probablemente por su amabilidad. En muchas y variadas maneras había mostrado una actitud de cooperación y servicio.
Además, lo presenta como ministro y consiervo, dos palabras que indican la disposición de servir a otros. No buscaba la gloria ni ser servido; más bien su actitud era de ayuda y colaboración. Trabajaba bien con otros.
Pablo también lo identifica como obrero fiel, digno de confianza. Tíquico manifestaba esto en cuatro tareas específicas que aparecen en la Biblia. Fue uno de los que llevaron y cuidaron de la ofrenda enviada a la iglesia en Jerusalén (Hechos 20:4). Este ministerio da evidencia de la confianza que los hermanos tenían en él. También lo consideraron apto para tomar el lugar de Tito en Creta (Tito 3:12). Además, fue enviado como representante del apóstol para ayudar en la resolución de una situación difícil en Efeso (2 Timoteo 4:12). Por último, en esta ocasión es enviado con las cartas y como mensajero para explicar los acontecimientos que estaban sucediendo en Roma (Colosenses y Efesios).
La última cualidad que conocemos de Tíquico era la capacidad de animar a los decaídos. Al observar las cuatro cartas que Pablo envió mientras estaba en la cárcel, se nota que esas iglesias estaban desanimadas por causa de los graves sufrimientos que padecían. Tíquico fue enviado para que fuera a ellas y animara a los hermanos.
CUANDO ESTAMOS DESANIMADOS
NECESITAMOS EL APOYO DE OTROS
HERMANOS FIELES
Juntamente con Tíquico, Pablo había enviado a Onésimo, un esclavo que había escapado de Colosas. Dios había hecho que milagrosamente se encontrara en Roma con el apóstol donde había conocido a Cristo. Su historia se presenta en la carta que manda a Filemón, su amo cristiano de quien había huído. Después de hablar con él del Salvador y de pasar tiempo preparándolo, Pablo lo envió de regreso a su dueño. Tal vez él deseaba que cuando oyeran la historia de lo que Dios había hecho para transformarlo, los hermanos se sintieran animados.
Este esclavo cuyo nombre quiere decir útil, anteriormente había sido totalmente inútil a su amo. Al escribirle a Filemón, le informa que ahora es su hijo y por lo tanto le serviría de verdad, como un hermano en la fe (Filemón 10– 11, 16). Además, el apóstol lo considera como hermano amado y fiel. Aunque antes no lo era, ahora se lo presenta como digno de confianza. Dios tiene que haber hecho una gran obra en su vida. Este siervo fiel también les informaría de lo que ocurría en Roma.
LA TRANSFORMACION DE LA VIDA DEL
ESCLAVO INUTIL SERVIRIA PARA ANIMAR
A LOS DESANIMADOS
SALUDOS PERSONALES 4:10–15
Saludos de sus colaboradores en Roma 10–14
El autor envía saludos de tres de sus colegas en el ministerio que eran bien conocidos por los colosenses. De los seis que mandan saludos, estos tres son los únicos judíos que colaboraban con Pablo en la obra de Dios. Parece que éste se sentía aislado de su pueblo. Estos siervos no le hacían competencia, sino que trabajaban juntamente con él de manera que le animaban a seguir adelante en la obra sirviéndole como un estímulo. La expresión que Pablo utiliza se deriva de una medicina que aliviaba el dolor. Estos tres hermanos eran como un bálsamo para Pablo que alejaba y aliviaba el dolor de su aflicción.
Aristarco era un judío macedonio que vivía en Tesalónica. Fue compañero de Pablo. Lo llevaron preso durante la manifestación pública en Efeso (Hechos 19:29). Fue otro de los enviados con la ofrenda para Jerusalén (Hechos 20:14). También acompañó a Pablo en su viaje a Roma (27:2). El apóstol se refiera a él diciendo que es su compañero de prisión (Filemón 23–24; compare Romanos 16:7) y colaborador (Filemón 24).
Marcos era el sobrino de Bernabé y autor del evangelio que lleva su nombre. Salió con Pablo y su tío en uno de sus viajes misioneros, pero cuando la presión aumentó, optó por dejarlos y regresar a casa (Hechos 12:12, 25; 13:13). Después, cuando Bernabé quiso llevarlo de nuevo, Pablo no estuvo dispuesto a invertir más tiempo en el joven. Este conflicto provocó la división entre los dos misioneros.
Después de varios años de separación, Pablo volvió a mencionarlo. Aunque aquí no lo describe, les da el mandamiento de recibirlo. En la carta a Filemón lo presenta como colaborador suyo (Filemón 24). Al final de su ministerio, Pablo afirma que Marcos le era útil en el servicio (2 Timoteo 4:11). Obviamente, el esfuerzo de Bernabé de tomarlo e invertir tiempo en él demuestra la influencia de su tío en su vida.
Jesús, llamado Justo era otro colaborador que mandaba saludos a los hermanos de Colosas (Colosenses 4:11). Su sobrenombre es común, pero no sabemos nada más acerca de él que lo que se nos dice al final del versículo 11.
Además de estos tres judíos, Pablo envía un saludo de parte de Epafras (Colosenses 4:12–13) quien había sido enviado a Roma para acompañar al apóstol en los días difíciles que estaba atravesando. Había sido maestro de ellos y Pablo le consideraba un consiervo amado.
Aunque este ministro fiel estaba lejos, seguía manifestando un interés genuino en ellos. Siempre oraba y luchaba constantemente a su favor. Su propósito era que estuvieran firmes, perfectos y completos en el conocimiento de toda la voluntad de Dios; deseaba que supieran lo que el Señor quería hacer en ellos para que anduvieran como es digno de él. En este deseo Pablo y Epafras estaban en armonía completa.
Asimismo, tenía gran solicitud por ellos. Era celoso y hacía todo para su bien. Su trabajo manifestaba esta actitud, la cual nos enseña cómo debe ser el corazón de todo siervo de Dios. Primero, con un interés sincero en los hermanos, dedicándose a orar por ellos continuamente, luchando para que sepan la voluntad de Dios y sean firmes, perfectos y completos.
Al observar las vidas de estos ayudantes de Pablo, nos damos cuenta de que estaban dispuestos a trabajar sin cesar, no dándose a la pereza. Colaboraban con otros para lograr los propósitos de Dios; no competían entre sí buscando ser alabados, sino que juntos anhelaban dar la gloria al Señor. Estas cualidades no se basaban en un conocimiento intelectual de la Palabra de Dios, sino que son las actitudes que sólo el Espíritu Santo puede producir en nosotros. Ellas son las verdaderas bases para evaluar a un obrero del Altísimo.
¡PENSEMOS!
Haga una lista de las características de estos hermanos y cómo ayudaban al ministerio. Al lado de cada una, escriba una o dos maneras en que se revelan exteriormente. Evalúe su propia vida. ¿Cuáles muestra usted? ¿Cuáles le hacen falta todavía? Identifique un área donde usted cree que Dios quiere hacerlo cambiar. Empiece a pedirle en oración que transforme este aspecto de su vida para que sea la clase de líder que él quiere que sea. ¿Habrá algún paso que usted podría dar esta semana para acercarse más a esta meta?
Saludos dirigidos a los hermanos 15
Además de los que Pablo enviaba de parte de sus colegas, pidió a los mensajeros que saludaran a los que sin duda verían dentro de poco tiempo. En especial, quería que se comunicaran con los hermanos de Laodicea, porque tenía otra tarea en relación con ellos.
INTERCAMBIO DE LAS CARTAS ENVIADAS POR EL APOSTOL 4:16
Les exhorta a intercambiar cartas con la iglesia de Laodicea. De esa manera ambas congregaciones podrían aprovechar el mensaje que les enviaba. Aparentemente enfrentaban circunstancias semejantes y podrían animarse unos a otros, pero también la perspectiva de la otra carta podría darles una orientación adicional que les sirviera e instruyera.
EXHORTACION A ARQUIPO 4:17
Pablo envió instrucciones a Arquipo para que terminara la tarea que Dios le había dado. En Filemón 2 Pablo lo describe como “nuestro compañero de milicia”, una expresión que alude a un “colega en el ejército”. Luchaban juntos en la guerra espiritual.
Aunque no se dan más detalles acerca de lo que le sucedía, parece que las aflicciones lo habían desanimado. En lugar de tirar la toalla, Pablo le invita a tener cuidado en el cumplimiento el ministerio que había recibido del Señor. Le recuerda que éste es de Dios y no de los hombres. Por lo tanto, debía permanecer firme para que al final fuera hallado fiel. Este lema es apto para cualquier hijo de Dios. Todos hemos recibido alguna encomienda como parte del cuerpo de Cristo y debemos tener cuidado de llevarla a cabo y ser hallados dignos de ser sus siervos.
¡PENSEMOS!
¿Qué ministerio le ha dado Dios a usted? ¿Está desanimado? ¿Por qué? ¿Qué pasos podría dar para obtener la victoria y cumplir con él?
SALUDO FINAL 4:18
Pablo termina la carta con su saludo propio. Su interés en ellos era tan importante que lo escribió con su propia mano. Les recordaba de su aflicción para que supieran que sufría con ellos y para que oraran por él también. Su deseo era que experimentaran la gracia de Dios en forma práctica.
Pablo escribió esta carta a la iglesia de Colosas donde probablemente nunca había estado. Sin embargo, por medio de varias comunicaciones con los hermanos se había establecido una relación especial con ellos.
Pablo envió esta carta al darse cuenta de que los judaizantes se estaban infiltrando en medio de ellos y que enseñaban su doctrina de la santificación por medio de la ley. Su propósito era frenar la influencia de ese movimiento y afirmar claramente la base de nuestra espiritualidad. Su idea principal es que al estar en Cristo, tenemos todo lo que necesitamos para agradar a Dios. No nos falta nada. Tenemos todo por medio de la fe en nuestro Salvador.
AL ESTAR EN CRISTO, TENEMOS TODO
NO NOS FALTA NADA PARA AGRADAR A DIOS
La introducción presenta un breve saludo (1:1–2) y la oración de Pablo a favor de ellos (1:3–23). Da gracias a Dios porque esa iglesia era madura y fructífera (1:3–8). Su petición era que supieran lo que Dios quería hacer en ellos y que por consecuencia, anduvieran dignamente (1:9–23).
La vida que resulta cuando se comprende la voluntad de Dios es una vida fructífera (10a), que crece cada vez más en la práctica de la voluntad divina (10b), que es fortalecida (11), y agradecida a Dios (12–23). Este reconocimiento nos hace pensar en todo lo que el Señor ha hecho por nosotros y este último es el aspecto de mayor relevancia que tenemos que considerar para entender plenamente su plan.
Dios nos capacitó para recibir la herencia (12); nos libró del dominio de la esfera de las tinieblas (13a); nos trasladó al reino de Su Hijo (13b–20); y nos reconcilió por medio de su muerte (21–23). En esta parte de sus peticiones, Pablo aclara que el Señor Jesucristo es Dios mismo, quien ha hecho todo por nosotros. En fin, no nos hace falta nada.
Después de esta prolongada introducción, se dedica al tema central de la carta. Lo inicia mencionando su propio ministerio y dice que Dios lo había llamado a proclamar a todo el mundo gentil la provisión completa que había hecho en Jesucristo (1:24–4:6).
Primero aclara que se le asignó la tarea de revelar ese misterio (1:24–2:15). En esta sección el autor define el contenido de la revelación que recibió y está agradecido con el Señor porque le dio una parte especial en su plan. El apóstol tiene el privilegio de anunciarles a los gentiles que ellos también pueden participar en el programa divino. Cristo es la esperanza no sólo de los judíos, pero también de los gentiles (1:23–27). Por lo tanto, proclama este nuevo mensaje universal a todo el mundo con el fin de presentar a toda persona perfecta, sin falta ninguna, en Cristo.
La grandeza de estas maravillosas buenas nuevas que le habían sido encomendadas, impulsaba a Pablo a luchar para que no fueran desviados de la verdad por gente que trataba de engañarlos esgrimiendo argumentos persuasivos basados en la lógica humana (2:1–5). La esencia de su mensaje y la respuesta a sus enseñanzas es que tal como recibieron a Cristo por fe, así también debían aprender a vivir por ella y nada más (2:6–7).
La filosofía que el mundo nos presenta, es distinta a este mensaje. Las tradiciones y principios fundamentales que propone indican que nosotros podemos ganarnos la entrada a la presencia de Dios si obedecemos ciertas reglas y hacemos buenas obras. Esta filosofía sólo sirve para descarriar a la gente y esclavizarla (2:8).
Por el contrario, la verdadera espiritualidad es reconocer que la totalidad de Dios está en Cristo (2:9) y que cuando somos de él, estamos completos (2:10–15). En Cristo tenemos la verdadera circuncisión no hecha por hombres, sino la espiritual, la que transforma el corazón pecaminoso (2:11). Hemos sido sepultados a la vida antigua y renovados para llevar una nueva vida juntamente con el Señor (2:12). El ha eliminado cualquier obstáculo que pudiera evitar nuestra comunión con Dios y nos ha dado vida (2:13–15). Por eso no nos queda nada por hacer. Cristo hizo todo y estamos completos en él.
En la segunda división del libro, Pablo edifica sobre la base ya establecida de la provisión completa que tenemos en Cristo y explica las implicaciones de ella (2:16–4:6). Debido a que estamos completos, no debemos dejar que nadie nos juzgue en base a los ritos viejos (2:16–19) que son sombras de la verdadera espiritualidad. Ya que tenemos la luz verdadera, ¿por qué regresar a la oscuridad? Quienes pretenden juzgarnos se caracterizan porque muestran una humildad aparente, porque siguen los ritos religiosos y por el énfasis que hacen en su propia experiencia sin tomar en cuenta la Palabra de Dios. Aunque estén convencidos de que su vivencia es suficiente, han perdido la comunicación con la cabeza del cuerpo, es decir, con Cristo mismo.
Ya que hemos muerto con él a los requerimientos del mundo que se basan en el esfuerzo propio, no debemos someternos a esas normas humanas (2:20–23). Aunque las reglas que proponen tienen cierto valor, contienen una gran debilidad: no proveen el poder necesario para cumplirlas. Sólo sirven para condenarnos.
Por el lado positivo, en lugar de tratar de vivir según esas reglas, debemos tener los ojos puestos en Jesucristo y la obra que ha realizado por nosotros (3:1–4). El está sentado a la diestra de Dios; su obra ya está terminada y ha sido aceptada por el Padre. Por eso, en él tenemos una esperanza segura para el futuro.
El sustituto del legalismo no es el libertinaje. Puesto que ya no somos ciudadanos de este mundo, debemos abandonar su estilo de vida y adoptar las prácticas que corresponden a nuestro nuevo hogar (3:5–11). Pablo describe las obras pecaminosas que debemos eliminar. La nueva forma de vivir se realiza cuando damos al Señor el lugar correcto en nuestra vida.
En contraste con la vida antigua, Pablo describe el estilo que debemos aceptar como nuestro. Lo asemeja con una ropa que podemos vestir (3:12–15). Aunque parece una serie de reglas, no lo es, sino que es un patrón de vida que debe caracterizar a la persona que Dios ya hizo completa por medio de la fe en Cristo. En lugar de los rituales antiguos, Pablo presenta cuatro actitudes que transforman el interior de la persona.
Cuando éstas controlan nuestra vida y la Palabra de Cristo reside en nuestro corazón, el resultado se manifestará en nuestra conducta, especialmente en las relaciones personales con otros (3:16–4:6). En general, intentaremos edificar a nuestro prójimo y glorificar a Dios en todo lo que hacemos (3:16–17). Tal como en su carta a los efesios, Pablo presenta un resumen de las relaciones que deben existir entre los cónyuges (3:18–19), los hijos y padres (3:20–21), esclavos y amos (3:22–4:1).
Les exhorta a mantener una relación personal con Dios por medio de la oración persistente (4:2–4) y por último a que tengan cuidado con respecto a su conducta y conversación frente a los incrédulos, de tal manera que su testimonio sirva para ganar a otros a Cristo (4:5–6).
Pablo concluye la carta con varias notas personales (4:7–18). En ellas, describe a varios hermanos que han sido fieles en su ministerio y los alaba por su fidelidad. Asimismo, anima a los demás a recibirlos y a imitar su ejemplo. Al final, termina la carta con un saludo personal.
¡PENSEMOS!
Utilizando este repaso del libro y el cuadro sinóptico que aparece al principio, considere de nuevo el mensaje de esta carta. Medite en ella y en las implicaciones para su propia vida.
Escriba una lista de los principios que ha aprendido en este estudio. ¿Qué le ha enseñado Dios? ¿Qué pasos debe dar en base a lo aprendido? Haga una lista de lo que el Señor le ha dicho que haga. Ore a Dios, pidiéndole que transforme su vida y realice estos propósitos. ¡Obedezca lo que le diga que haga!
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viernes, 6 de marzo de 2015

La doctrina positiva de la total provisión que tenemos en Jesucristo : Por eso, la vida espiritual es vivir en Cristo y no en el legalismo.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
 
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Nada Nuevo bajo el Sol
Colosenses 1:1–8
“¡Yo puedo hacerlo solo!”
Desde que el mundo es mundo, el hombre ha querido demostrar que es capaz de salvarse a sí mismo. No quiere reconocer su dependencia de nadie, ni siquiera de Dios. Le gusta pensar que es autosuficiente.
Esta actitud es la trampa favorita de Satanás. Su deseo es ver que una persona alcance grandes triunfos materiales sin tomar en cuenta al Creador. Su intención es convencernos de que podemos esforzarnos y hacer buenas obras para lograr nuestra salvación, o para vivir una vida cristiana aprobada por Dios.
En la actualidad, comprobamos que las cosas siguen igual. Las grandes religiones del mundo apoyan esta mentira del demonio. Aunque haya muchas diferencias entre ellas, enseñan que podemos hacer algo por nosotros mismos para satisfacer las exigencias del Señor. Pero no pueden garantizar que sus seguidores tendrán paz, porque es imposible realizar todo el tiempo el cien por ciento de lo que se requiere.
Las sectas también presentan el mismo concepto, aunque en diferentes formas. Para ellos, la obra de Cristo por sí sola es insuficiente para asegurarnos la vida eterna. Por fuerza hay que añadirle otros requisitos, o cuando menos nuestras buenas acciones. Según ellos, nadie puede saber con certeza la cantidad de obras aceptables que se necesitan para lograr la salvación sino hasta después de la muerte (Hebreos 2:15; compare con 1 Juan 5:13).
Aun entre algunas iglesias que se consideran evangélicas, con frecuencia se hace énfasis en todo lo que tenemos que realizar para ser salvo, o para seguir en ese estado, pues consideran que lo mínimo que se puede hacer para mantenerse en comunión íntima con Dios, es obedeciendo sus leyes.
Así que hoy, como en la iglesia en Colosas, el problema del legalismo sigue siendo el mismo. La gente quiere vivir conforme a las reglas propuestas por el mundo:
• Debo vivir conforme a lo que yo puedo lograr.
• Debo seguir las reglas inventadas por hombres.
• Puedo confiar en mi capacidad de agradar a Dios.
La respuesta divina al legalismo humano es Jesucristo. Es imposible que cumplamos con todas las exigencias del Señor. Si aceptamos someternos a la autoridad de cualquier sistema legalista, seremos irremisiblemente condenados. La solución es reconocer que el Padre nos ha proporcionado un camino a través de su Hijo. El es Dios mismo y por lo tanto, el único capaz de darnos todo lo que nos hace falta. No podemos añadir nada a lo que él ha hecho.
El problema que Pablo enfrentó en Colosas era el mismo de siempre: los judaizantes, que él llamaba “perros feroces” y que iban tras él para devorar a los nuevos creyentes de las congregaciones que iniciaba. En varias épocas, surgieron tres diferentes tipos:
1)     Hechos 10–11
El tema: la salvación
La pregunta clave: ¿Para quiénes es la
salvación?
Estos judaizantes creían que la salvación
era sólo para los judíos.
2)     Hechos 15
El tema: la salvación
La pregunta clave: ¿Cómo se puede ser
salvo?
Estos pensaban que para ser salvo, había
que guardar la ley mosaica y que tenían que
añadirle
algo a la obra de Cristo
3)     Gálatas, Colosenses, Filipenses 3
El tema: la santificación
La pregunta clave: ¿Cómo podemos andar
con Dios y agradarle?
Estos postulaban que para ser “espiritual”,
había que guardar la ley mosaica. La vida
cristiana se vivía por obras.
El cuadro anterior, nos ayuda a comprender que el problema de la iglesia de Colosas era la misma trampa de Satanás. Estaban a oscuras, sin encontrar lo que era verdadero, aunque era una buena iglesia. Pablo describe a los hermanos como santos y fieles (1:2). Eran maduros, su fe era evidente, mostraban amor y esperanza (1:3–5) porque habían recibido la Palabra de verdad que había producido fruto y estaban creciendo (1:5–6). En todos sentidos, era una iglesia admirable.
Fue entonces que Satanás puso su trampa favorita: el sistema legalista que decía: “¡Tu puedes hacerlo!” A través del apóstol, se deja oir la voz de Dios diciendo que sólo él puede transformar las vidas y realizar en los creyentes lo que él espera ver. En verdad, ha hecho todo por medio de Cristo. No nos falta nada.
¡PENSEMOS!
¿En qué formas se presenta esta doctrina satánica en el lugar donde usted vive? ¿Qué cree la gente que apoya estas ideas? ¿Cómo debemos responder a sus enseñanzas?
EL AUTOR Y LA FECHA
Existen fuertes evidencias de que fue Pablo quien escribió esta misiva, como sucede con todas las que envió desde la cárcel: Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón. El testimonio que contiene y el paralelismo con las epístolas mencionadas, proveen las bases para considerar a ese apóstol como autor de Colosenses. Según las circunstancias que lo rodearon durante el tiempo que pasó en la cárcel, la fecha más probable para esta carta sería aproximadamente 60 d.C.
LA SITUACION HISTORICA
Poco se sabe acerca del origen de la iglesia en Colosas. Parece que no fue fundada por este apóstol, porque encontramos en ella varios indicios de que nunca había estado allí. Sin embargo, la conocía bien (1:3–8). Pudiera ser que se tratara de un grupo producto de la iglesia de Efeso, con la que sí había colaborado mucho, pues conocía personalmente a algunos de sus miembros, tal vez desde el tiempo en que había estado en esa ciudad (4:7–17). Es posible que varias personas evangelizadas por él hubieran regresado a formar una iglesia allí.
Sea cual sea el origen de la congregación, Pablo sentía una relación especial con ella. Había recibido un informe de parte de Epafras, quien les ministraba fielmente. Se inquietó mucho al escuchar que los judaizantes estaban influyendo fuertemente en los fieles y escribió esta carta en respuesta a su amenaza.
PROPOSITO Y TEMA
Los legalistas proclamaban la doctrina de que la santificación se logra por medio de la ley, presentando en esencia el mismo problema que surgió en la iglesia de Galacia. Por medio de su misiva, el apóstol Pablo quería combatir esa doctrina y corregir a quienes se habían desviado.
En su epístola a los Gálatas, había dicho que era imposible ser salvo por la fe y santificado por la ley, pues ésta trae condenación y sólo sirve para que reconozcamos el pecado. Sin embargo, no tiene poder para vencerlo. Si nos sujetamos a la ley, estamos perdidos (Gálatas 3:10–12).
En esta carta, Pablo enfoca el tema desde una perspectiva diferente, haciendo énfasis en la doctrina positiva de la total provisión que tenemos en Jesucristo. Dios suple todo lo que nos hace falta para vivir la vida cristiana con éxito. Estamos completos cuando estamos en él. Por eso, la vida espiritual es vivir en Cristo y no en el legalismo.
LA TOTALIDAD DE DIOS SE ENCUENTRA EN CRISTO
ESTAMOS COMPLETOS AL ESTAR EN EL,
NO NOS FALTA NADA
ORGANIZACION DEL LIBRO
El problema doctrinal que enfrentaban los colosenses es el eje central donde gira la organización del libro. Los otros temas que trata se colocan alrededor de éste. Empieza con un saludo de parte de Pablo (1:1–2), y su oración a favor de ellos (1:3–23), y termina con algunas notas personales a los hermanos que conocía (4:7–18).
En el cuerpo de la carta, Pablo describe el ministerio que el Señor le dio, a saber: proclamar que sólo en Cristo se encuentra la provisión completa hecha por Dios para nuestra salvación (1:24–4:6). Se divide en dos partes relacionadas íntimamente entre sí. Primero, indica que en Cristo estamos completos (1:24–2:15). La idea principal de esta sección es que únicamente él tiene todo lo que necesitamos.
La segunda parte del libro (2:16–4:6) presenta las consecuencias lógicas de esa provisión: si Dios nos ha dado todo lo que nos hace falta, entonces la vida espiritual tiene que reflejar que estamos en él, y no basarse en alguna forma del legalismo por medio del cual pretendemos satisfacer a Dios.
SU SALUDO 1:1–2
SU ORACION 1:3–23
SU MINISTERIO 1:24–4:6
Revelación de la Provisión en Cristo 1:24–2:15
Implicaciones de la Provisión en Cristo 2:16–4:6
NOTAS PERSONALES 4:7–18
SU SALUDO 1:1–2
Pablo introduce su carta con un saludo a la iglesia donde se presenta a sí mismo y a su colega Timoteo en el ministerio. Afirma que recibió su apostolado en forma directa del Señor, sin discutir.
Al definir a los destinatarios, nos proporciona algunos indicios de la condición espiritual en que se encontraban. Dice que son santos y fieles. Es obvio que los acepta como hermanos en Cristo. Al llamarles santos, el apóstol se refiere a ellos como personas que han sido apartadas por Dios para gozar una relación especial con él, la cual debe producir un cambio práctico en su vida, aunque éste no es requisito previo para alcanzar la comunión con el Señor.
Además de dirigirse a ellos como santos, también considera que son hermanos fieles. Esta palabra se utiliza mucho en el Nuevo Testamento. Su raíz denota a alguien que cree o confía. Esta idea básica conlleva dos significados principales. A veces se usa para referirse a un creyente, o a alguien o algo que es digno de nuestra confianza y que no nos va a defraudar. El uso más común es cuando algo es confiable, como se presenta en esta traducción. El contexto nos sirve para entender el significado que estaba en la mente del autor en cada caso.
Normalmente, en los saludos a las iglesias, se define a los destinatarios en forma general, para identificarlos como creyentes auténticos, como hace el apóstol aquí. Pablo indica que los consideraba verdaderos hermanos en Cristo, en quien depositaron su confianza y que habían sido apartados por Dios para gozar con él de una relación de hijos.
SU ORACION 1:3–23
Después de su breve saludo, Pablo les informa que está intercediendo a su favor y hace una lista de lo que está pidiendo. Al estudiar esta oración, podemos aprender un patrón digno de imitar cuando nosotros lo hacemos por otros hijos de Dios. La primera parte es una acción de gracias por ellos (1:3–8), por la evidencia de la obra que estaba haciendo el Señor en sus vidas.
Alejandro Whyte, famoso predicador escocés, era conocido como una persona muy agradecida con sus semejantes. Le gustaba enviar tarjetas postales en gratitud por algún acto bondadoso o favor recibido. A menudo, sus mensajes animaban a los destinatarios en momentos en que necesitaban una palabra de estímulo para seguir adelante. Pablo también lo hacía con los hermanos de las iglesias donde ministraba; acostumbraba expresar su agradecimiento por el fruto del evangelio que se manifestaba entre ellos.
DAMOS GRACIAS A DIOS SIEMPRE POR VOSOTROS
Una iglesia madura 1:3–5
Pablo sentía gratitud a Dios por las evidencias de madurez que habían alcanzado y les felicita por mostrar las características de: fe, amor y esperanza (1 Corintios 13:13; Romanos 5:2–5; 1 Tesalonicenses 1:2–3, 5:8; 2 Tesalonicenses 1:3–4; Efesios 1:15–18; y Colosenses 1:3–6)
En cuanto a la primera, había oído acerca de su fe en Cristo y agradece a Dios por ella, pues ésta incluye la confianza en la obra salvífica de nuestro Redentor, el reconocimiento de que él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia y que se manifiesta en el diario andar, estando ciertos de que él es capaz de suplir nuestras necesidades y realizar sus propósitos en el mundo y en nuestras vidas.
El amor de la iglesia madura se basa en la relación personal con Dios, e incluye el que se expresa a otros también. Pablo se refiere específicamente en este caso al afecto que ellos manifestaban por todos los santos.
Finalmente, la esperanza que una iglesia madura muestra, se fundamenta en la comprensión y estabilidad doctrinal, especialmente con respecto a la comunión presente y futura con Dios por medio de la obra de Cristo. Esta es la que nos da seguridad para acercarnos al Señor, enfrentar los problemas difíciles que encontramos en la vida diaria, y esperar el cumplimiento del plan divino para el futuro del mundo y de nuestra propia vida. Nuestra esperanza está guardada en los cielos; no se va a perder. No tenemos que preocuparnos por ella.
Una iglesia como la de Colosas es producto de la enseñanza correcta de las Escrituras, de su aplicación, de la comunión íntima unos con otros y con Dios, del testimonio de vidas transformadas por el Señor y de su compartir la fe. Se necesita que esos tres elementos se den en forma equilibrada para que una iglesia sea verdaderamente madura.
¡PENSEMOS!
Considere la condición espiritual de la iglesia a la cual asiste a la luz de estas tres características de madurez. ¿Es madura? ¿Qué le hace falta? ¿Qué podría hacerse para lograrlo?
Una iglesia fructífera 1:6–8
Cuando los miembros de la congregación en Colosas escucharon la Palabra de Dios, conocieron la verdad de las “buenas nuevas” de salvación por medio de la fe en Jesucristo (1:5). Al recibirlas, al igual que muchos otros alrededor del mundo, respondieron con fe. Confiaron en Jesucristo y ésta empezó a crecer y a producir fruto en sus vidas (1:6).
La recepción de la Palabra no fue meramente un conocimiento intelectual estéril. Había producido fe, amor y esperanza en ellos. El evangelio es en esencia un organismo vivo que produce frutos, no como el maíz, sino como un árbol. El maíz muere hasta su raíz después de que ha producido. Por el contrario, un árbol da fruto y sigue creciendo.
Así había sido la obra del evangelio entre ellos. Los fieles ministros de Cristo habían llegado para enseñarles (1:7), y tenían buenos fundamentos porque amaban a Dios y a los hermanos en Cristo. Por eso, Pablo daba gracias a Dios (1:8).
Sin embargo, a pesar del buen fruto que daban, había surgido el problema de una doctrina falsa. Preocupado, Epafras viajó para conseguir la ayuda de Pablo.
¡PENSEMOS!
La llegada del verdadero evangelio de Jesucristo debe producir fruto y crecimiento continuos en el pueblo de Dios, que se manifieste en las tres evidencias de madurez cristiana. ¿Qué debe mostrar una iglesia fructífera y en crecimiento?
Conforme a esta norma, ¿cómo está su iglesia? Pablo siempre acostumbraba dar gracias a Dios por las características saludables que encontraba en las congregaciones que visitaba. ¿Por cuáles daría gracias al visitar la iglesia a la que usted asiste? Tome un momento para escribir los motivos de acción de gracias que tiene que dar por ella. Exprésela en oración al Señor ahora mismo.
¿Qué más hace falta para que su iglesia manifieste el fruto del evangelio de verdad en su área de influencia? Pida al Señor que realice esta obra en medio de ella.

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