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lunes, 30 de mayo de 2016

Acusen a su madre...Porque ella ya no es mi mujer, ni yo soy su marido. Que quite sus fornicaciones de delante de su cara y sus adulterios de entre sus pechos. No sea que yo la desnude por completo y la ponga como en el día en que nació

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




OSEAS: LA ANGUSTIA DE LA INFIDELIDAD
Oseas: 
¿Puede alguien amar a una prostituta?

¿Puede alguien explicar las razones subjetivas por las cuales una persona ama a otra persona? Es mucho más fácil describir por qué uno no ama a un miembro del sexo opuesto. La mayoría de la gente no se siente inmediatamente atraída hacia una persona impura, egoísta, engañosa y mala.

Si es que una persona va a comprometerse con otra por el resto de su vida, quiere estar segura de que esa otra persona la ama y que va a dedicar su vida a esta relación. Muchos se retraerían ante el pensamiento de casarse con una prostituta o de restaurar una relación matrimonial con un cónyuge que pasó el último año trabajando en la prostitución masculina o femenina.

Algunos podrían llegar a la conclusión de que las prostitutas son despreciables e incapaces de tener un compromiso de amor profundo con otra persona. Su pecado es de alguna manera menos tolerable, más ofensivo, menos perdonable y más repugnante que otros pecados. Ocultar la verdad, hacer trampa en una prueba, no preocuparse por diezmar o la infidelidad a Dios, no parecen ser cosas tan graves. No obstante, Dios tiene la visión de que todos los pecados son falta de santidad, actos traicioneros que mellan una relación, una ruptura de un compromiso de amor con Él, una prostitución de lealtades.

A pesar de la gran infidelidad de los pecadores del mundo, Dios los amó de tal manera, que voluntariamente perdonó sus actos de prostitución a intereses egoístas, fama, fortuna, placeres, drogas, trabajo o popularidad. En esta condición pecaminosa de infidelidad, no hay cualidad que haga atractiva a las personas; no hay buenas razones que expliquen el amor de Dios. ¡Pero aun así, Dios amó! Lo horrendo del pecado exhibe la grandeza del amor de Dios.

El profeta se identificó con los sentimientos de dolor y de enojo por parte de Dios hacia un compañero de pacto infiel y con el gran amor de Dios por su pueblo. ¿Con qué frecuencia los mensajeros de Dios se identifican hoy en día con esta visión del pecado? Si no lo hacen, ¿no estarán minimizando las misteriosas maravillas del gran amor de Dios?

Entorno social
Contexto histórico
Oseas vivió durante el tiempo de Jeroboam II, rey de Israel, y de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá (Oseas 1:1). Alusiones históricas sugieren que el ministerio del profeta se extendió desde 755 hasta 725 a.C. Durante estos años, la condición política y militar de Israel sufrió un gran revés.

La posición de poder de la nación y la prosperidad bajo Jeroboam II colapsaron totalmente poco después del 725 a.C.

El profeta predicó en Israel en tres entornos diferentes.
El contexto más temprano precedió a la muerte de Jeroboam II, el gran nieto de Jehú (Oseas 1:4).
 Se encuentran señales de los prósperos días de este fuerte gobernante militar (2 Rey. 14:25) en las declaraciones positivas acerca de la tierra llena de lana, lino, vino, oro y plata (2:8-13).
Los ricos vivían en grandes fortalezas (Amós 3:15; 5:11) y tenían un falso sentido de seguridad en su poder militar (Amós 6:13,12-14).

El segundo período fue un tiempo de depresión económica y de debilidad militar. Varios reyes fueron asesinados (Oseas 7:7 ; Oseas 8:4) y la anarquía era común en Israel (2 Rey. 15:8-38). El rey asirio Tiglat-pileser III (745–727 a.C.) contribuyó a las aflicciones de la nación exigiendo tributos (2 Rey. 15:19,29). En 734–732 a.C. destruyó a Israel (y a Siria) por tratar de forzar al rey Acaz de Judá a unirse a una coalición antiasiria (2 Rey. 15:27-29: 16:5-9; Isa. 7; 2 Crón. 28). El terror en Israel durante esta guerra se reflejó en el sonido de la bocina (5:8-11; 8:1)3 y en la derrota de Israel (5:14).

Aunque el tercer período fue un poco menos caótico debido a la habilidad del rey Oseas para hacer alianzas prudentes con Egipto y Asiria (Oseas 8:9 ;  Oseas 9:3 ; Oseas 12:1 ; 2 Rey. 17:4), eventualmente Asiria se dio cuenta de su traición y destruyó a Israel (2 Rey. 17:5-6). El libro de Oseas no describe este desastre final (722/721 a.C.), pero el profeta probablemente lo vivió.

La estructura del orden social
Oseas vivió en Israel, la nación del norte. Samaria, la ciudad capital, y los templos con los becerros de oro tenían un efecto cultural dominante sobre la conducta y las creencias en Israel.

La visión de Oseas y la de su audiencia sobre la realidad objetiva estaba influida por la política foránea, la intriga política entre líderes y el sincretismo religioso que enseñaban los sacerdotes. Oseas estaba familiarizado con la agricultura (Oseas 2:5-12; Oseas 4:16; Oseas 5:14; Oseas 7:14; Oseas 8:7,9; Oseas 9:2,10; Oseas 10:1,4,11-13) y usó metáforas de animales y de la naturaleza (Dios es como un pastor en Oseas 13:5-6a, NVI; y como una osa en Oseas 13:8).

Los sermones de Oseas se basaron en los patrones sociales que regulaban:

  • el matrimonio, 
  • la manera de nombrar a los hijos, 
  • la vida familiar, 
  • los modos agrícolas de ganarse la vida, 
  • el mercado de esclavos, 
  • la adoración en el templo y 
  • la guerra. 
Muchos patrones culturales en Israel estaban influidos por el baalismo, porque la gente aceptaba sus maneras de entender la naturaleza, las costumbres sociales y el poder divino. Para comunicarse efectivamente con su audiencia, Oseas interactuó creativamente con el ritual y las creencias teológicas dentro de la mitología del baalismo.

La mitología y el ritual del baalismo contenían una cosmovisión que tenía ciertas similitudes con los puntos de vista hebreos (de otro modo ningún israelita hubiera creído nada de eso), pero incluía muchas ideas que contradecían sus antiguas tradiciones.

La gente pensaba que Baal era un dios (Oseas 2:13,17; Oseas 11:2), el poder divino que bendecía la tierra con fertilidad (Oseas 2:5,8-9; Oseas 7:14). Con metáforas sexuales, Baal proveía fertilidad enviando lluvia a la tierra, la diosa madre.

Hacía a las personas fructíferas (muchos hijos; Oseas 9:10-14), porque él era "baal", el "amo, esposo". La gente ofrecía sacrificios tanto a Dios como a Baal (Oseas 2:13; Oseas 4:13; Oseas 10:1; Oseas 11:2) y el ritual del templo incluía actos sexuales que imitaban y celebraban las acciones de Baal para traer fertilidad. Los actos de fornicación eran tanto físicos (con prostitutas) como espirituales (con otros dioses).

La ubicación social y el rol del profeta
Se sabe poco acerca del lugar de nacimiento del profeta, de su nivel social o de su ocupación antes de llegar a ser profeta. Las referencias frecuentes a Efraín (Oseas 5:3,5,11-14; Oseas 6:4,10; Oseas 7:1,8,11) y a ciudades en la nación del norte indican que Oseas vivió y dio sus sermones en Israel.


  • Oseas era un joven en edad para casarse cuando el Señor le pidió que representara la relación de Dios con Israel casándose con una mujer fornicaria (Oseas 1:2). 
  • Él experimentó los gozos del matrimonio y de tener hijos (Oseas 1:2-6), pero también tuvo angustias porque su esposa Gomer le fue infiel (Oseas 2:2-7). 
  • El amor de Oseas por su esposa se expresó en forma suprema al comprarla y sacarla de su condición de esclavitud sin esperanza (Oseas 3:1-3). 
A través de estas experiencias, Oseas aprendió acerca del profundo amor de Dios por Israel y de su angustia debido a que la nación rechazó su amor.

Es improbable que Oseas haya sido panadero (Oseas 7:4-7) o levita. Oseas declaraba ser un vigía profético lleno del Espíritu de Dios, pero algunos israelitas lo consideraban un necio insensato (Oseas 9:7). Cuando comunicaba el mensaje de Dios a su audiencia, Oseas trataba hábilmente de persuadir a sus oyentes para que transformaran su perspectiva cultural baalista.

Su uso de formas literarias del lenguaje fue fragmentario y sus discursos no eran idénticos en estructura a los de otros profetas. Parece que usó partes de un juicio por el pacto (Oseas 4:1; Oseas 12:2). También usó discursos de juicio (Oseas 8:1-3; Oseas 13:1-3), oráculos de salvación (Oseas 1:10-11; Oseas 14:4-8) y exhortaciones al arrepentimiento (Oseas 6:1-3; Oseas 14:1-3).

Dentro de estos sermones, se emplearon tradiciones teológicas para justificar sus acusaciones contra la nación, para identificar la base para las creencias tradicionales de Israel acerca de la realidad y para respaldar el nuevo mensaje teológico del profeta. Estas tradiciones le recordaban a su audiencia la experiencia de sus padres con Dios, integraban fracasos pasados con problemas presentes y explicaban por qué la conducta de ellos no era consistente con la revelación anterior por parte de Dios.

Interacción social
El libro de Oseas
El texto hebreo de los sermones de Oseas es difícil, pero algunas formas inusuales de escribir pueden ser peculiaridades dialécticas en lugar de deformaciones textuales. El fluir del pensamiento de un párrafo a otro no es siempre fácil de seguir, pero las secciones más grandes del libro están organizadas en forma amplia, alrededor de ciclos de acusaciones, castigos y ofertas de esperanza. Se emplearon señales retóricas de repetición, inclusiones y quiasmos para marcar el comienzo y el final de algunos párrafos (Oseas 2:4-15; Oseas 7:3-7; Oseas 8:9,13; Oseas 9:10-17; Oseas 11:5,11).

Algunos comentaristas cuestionan la autenticidad de los pasajes de esperanza y una cantidad de referencias a Judá, pero otros consideran que son una parte genuina del mensaje del profeta. La organización del texto en español puede bosquejarse en cuatro secciones principales:

I. Prostitución en la familia de Dios y en la de Oseas 1:1–3:5
A. La familia de Oseas simboliza la dividida familia de Dios 1:1–2:1
1. La prostitución destruye a las familias 1:2-9
2. La futura restauración de la familia de Dios 1:10–2:1
B. Contienda con esposas fornicarias 2:2-25
1. Esfuerzos para remover la prostitución 2:2-15
2. Futura restauración del pacto de Dios 2:16-25
C. Restauración de las familias de Oseas y de Dios 3:1-5
1. El amor trae de regreso a la esposa de Oseas 3:1-3
2. El amor trae a Israel de vuelta a Dios 3:4-5

II. La prostitución proviene de no conocer a Dios 4:1–6:6
A. Declaración en forma de juicio por el pacto 4:1-3
B. Cargos en contra del sacerdote y de la adoración 4:4-19
C. Juicio/guerra porque los líderes no conocen a Dios 5:1-14
D. Restauración posible si uno busca conocer a Dios 5:15–6:6

III. La prostitución contradice la devoción leal a Dios 6:7–11:11
A. Cargos contra líderes por pecados sociales 6:7–7:7
B. Cargos por volverse hacia otras naciones y no hacia Dios 7:8–8:14
C. Metáforas de destrucción total 9:1–10:15
D. La restauración es posible debido al amor de Dios 11:1-11

IV. La prostitución trae engaño para con Dios 11:12–14:9
A. Acusaciones de engaño, como en el caso de Jacob 11:12–13:6
B. Destrucción total de la nación 13:7-16
C. La restauración es posible si se vuelven a Dios 14:1-9

En estos sermones, Oseas intentó persuadir a su audiencia para que transformara su manera de pensar y su conducta, y no se conformara a los patrones culturales de los que seguían a Baal.
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lunes, 21 de octubre de 2013

La Esposa exquisita: ¿Podrás Hallarla?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial


La Esposa Exquisita: ¿La Podrás  hallar?

"La esposa que yo fui"
“¿¡Sumisa!? Yo, ¿ser una esposa sumisa?” Con un grito airado, agarré mi Biblia y la arrojé directamente hacia mi amigo de largos años. Ed y su esposa Jackie nos habían testificado a mi esposo Sanford y a mí por semanas. Ed acababa de mostrarme 1 Pedro 3:5 que dice, “Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos.” Él no tuvo que esperar mucho tiempo para ver mi reacción. De todas las cosas que yo quería ser en mi vida, ser sumisa no era una de ellas.

Afortunadamente, ese incidente ocurrió hace unos quince años, aunque el recuerdo todavía es vívido. Este incidente representó el punto de vista acerca de la sumisión que yo tenía en ese entonces. Sin embargo, no mucho tiempo después, llegué a ser cristiana y sometí mi vida al Señor Jesucristo y a mi esposo. Alma, otra buena amiga, comentó una vez, después de haber oído mi testimonio, que ¡mi conversión fue como La Sumisión de La Mujer Regañona! ¡Ella tenía razón! Pero, déjeme empezar desde el principio.

Mis padres me amaban y me complacían como hija única. ¡Era bien consentida! Imagínese mi sorpresa cuando al tener 19 años mi enamorado del colegio y yo nos casamos y yo descubrí que no todo se centraba en mí. Yo era egoísta, terca e iracunda. En retrospectiva, yo sé que si Sanford no me hubiese amado lo suficiente para “llevarse conmigo,” nuestro matrimonio hubiera terminado en las primeras etapas.

Yo pensaba, equivocadamente, que casarme y tener hijos me haría feliz. Es cierto que me calmó por un tiempo, pero muy pronto estaba buscando algo más. Buscaba felicidad en las organizaciones comunitarias, la educación, el empleo y en las fiestas. Cada una de estas cosas me entretuvo por un rato, pero siempre deseaba algo más. No podía estar satisfecha. A través del tiempo, decidí comprometerme en una carrera. Estaba segura de que una carrera resolvería mis problemas. Por tanto, comencé un postgrado en la profesión de enfermería y llegué a ser maestra de enfermeras en una universidad local.

Disfruté mucho enseñar enfermería, pero mis intenciones estaban centradas en cómo complacerme a mí misma y seguir mi carrera. Muy pronto, mi matrimonio empezó a derrumbarse. Me había convertido en una feminista total, quien iba a dejar su marca en el mundo – a mi manera. Casi al mismo tiempo en que yo empecé a enseñar, empezamos a construir la casa de nuestros sueños, la cual era de estilo victoriano, amarilla, de dos pisos y con terraza en tres de sus lados. Después de unos meses, nos enteramos de que el contratista nos estaba robando grandes cantidades de dinero. Nos quedamos con una casa incompleta que tenía más de $15,000.00 dólares en deudas contra la propiedad. Yo traté de escaparme de la creciente presión tomando y yendo a fiestas. Por fin, decidí que lo que realmente necesitaba era la libertad. En secreto, empecé a hacer planes para abandonar a mi familia. Ya que Sanford era mucho más estable que yo, justifiqué en mi mente que dejaría a los niños con él. Afortunadamente para mí, Dios tenía otro plan.

Dios intervino mandando a tres personas a mi vida. Una fue la que ahora es mi querida amiga Katrina, con quien compartía una oficina en la universidad. ¡Me sentía como si estuviera encadenada al apóstol Pablo! Me burlaba de su fe cristiana y le gritaba cuando intentaba hablarme del Señor. Ella se fue a casa llorando más de una vez, por mi culpa. Fue mientras compartía una oficina con Katrina que el Señor mandó de vuelta a Ed y Jackie a Atlanta. Renovamos nuestra amistad que había comenzado en la universidad hacía muchos años. Pero, admito que tenía dudas acerca de ellos, porque había oído rumores de que los dos eran “religiosos”. ¡Era la verdad! Entre ellos y Katrina no había cómo escapar de las conversaciones acerca de Dios y Su Palabra.

Traída bajo convicción

Mientras mis planes para dejar a mi familia se desarrollaban, me puse más y más inquieta. Pronto empecé a tener ataques de ansiedad y lo que el mundo llama “ataques de pánico”. Ahogar mi dolor emocional con el alcohol sólo me dejó aún más deprimida y ansiosa. Ed me seguía diciendo que debía orar y leer el Evangelio de Juan. Por fin, de pura desesperación, seguí su consejo. Ya me estaba “desquiciando” y pensé que necesitaba ayuda psiquiátrica. No hice una cita, porque sabía que las medicinas que el psiquiatra me recetaría no me dejarían llevar a cabo mi trabajo como instructora de enfermeras. Sanford insistió. Pensando que muy pronto me sacarían de la casa en una camisa de fuerza, por fin estuve de acuerdo en ir, pero con una condición: Primero Sanford tenía que dejarme hablar con un Pastor de una iglesia local. Él estaba renuente, pero consintió.

Empezamos a asistir a una iglesia local con nuestros amigos, Jackie y Ed. Durante ese tiempo, leí el Evangelio de Juan una y otra vez. La mayor parte de lo que leía ya lo sabía y creía – Jesús era Dios, el único Salvador, y que Él había muerto en una cruz para pagar la pena por mis pecados. Me habían enseñado estas cosas cuando era niña, pero no conocía a Dios personalmente. Aunque quería, no sabía cómo. Pero una noche, mientras Sanford estaba en el trabajo y nuestros niños, Anna y David, estaban dormidos, yo estaba en la cama leyendo el libro de Juan, como lo había hecho muchas noches. Esta noche sería diferente.

Cuando llegué a Juan 14, leí lo que se habían convertido en las familiares palabras de Jesús: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré…” (Juan 14:14). Dije, en voz alta, “Eso no es verdad. He estado pidiéndole y pidiéndole que me quite la ansiedad, que nos devuelva nuestro dinero que nos robó el contratista y que reconstruya nuestro matrimonio.” ¡Él no había hecho ninguna de esas cosas! Pero me acordé que Ed me decía, “Sigue leyendo, Marta.” Entonces, leí el versículo otra vez. Esta vez leí el versículo entero. “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” (Juan 14:14). De repente, entendí. Todas mis oraciones habían sido egocéntricas. Nada de lo que yo quería era para la gloria de Dios. Incliné mi rostro en sumisión y recibí a Cristo como mi Salvador y Señor. Confesar mis pecados tomó un largo rato. Después oré, “Señor, ahora sé que tú tienes el poder de quitar mi ansiedad, pero si lo haces o no, Tú eres quien decide. ¡Yo quiero que mi vida te glorifique a ti!” Apagué la luz y me dormí.

La siguiente mañana, en vez de la ansiedad que por meses había estado inundándome, me desperté con un sentido increíble de la paz de Dios. Me levanté y crucé la habitación, hice una pausa para encender la luz y pensé, “Mi vida jamás será la misma.” Por fin había encontrado lo que buscaba. Jesucristo, no yo, era el Señor de mi vida ahora.

Cómo cambió mi vida

Mi vida ha cambiado dramáticamente a causa de todo lo que he aprendido, a través de los años, acerca de cómo ser una esposa piadosa. Me gustaría decirle que ahora soy la esposa perfecta. Por supuesto que no es así, pero Dios me ha dado un deseo profundo de ser la esposa que Él desea que yo sea y, aunque fallo miserablemente, Él está en el proceso de moldearme en esa dirección. Dios no sólo me ha dado un amor profundo por mi esposo, sino también una pasión por Su Palabra y para enseñar a las mujeres más jóvenes a cómo ser la esposa excelente descrita en las Escrituras. Por la gracia de Dios, este libro es mi “labor de amor” para usted. Mi oración es que Dios le dé a usted el mismo amor por Cristo y Su Palabra y el mismo deseo de hacer Su voluntad que Él me ha dado a mí.

La voluntad de Dios para cada esposa

La voluntad de Dios para cada esposa cristiana es que su ministerio más importante sea hacia su esposo (Génesis 2:18). Después de la relación personal de una esposa con el Señor Jesucristo, nada más debe tener mayor prioridad. Su esposo debe ser el beneficiario principal del tiempo y la energía suya, no el recipiente de lo que resta al fin del día. No importa si su esposo es un fiel cristiano o un incrédulo, Dios desea que toda mujer cristiana sea una esposa piadosa – una esposa excelente. Esta verdad es tan importante para Dios que Él la ha revelado clara y completamente en Su Palabra, la Biblia. En realidad, las Escrituras son suficientes para proveer la sabiduría que las esposas necesitan para vivir la vida cristiana. Uno de los pasajes más importantes que tiene que ver con la voluntad de Dios para la esposa cristiana es Proverbios 31. Note que en este capítulo de Proverbios están las palabras del rey Lemuel “que le enseñó su madre” (Proverbios 31:1 énfasis añadido). En el versículo 10, el rey Lemuel pregunta:

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.

¿Quién puede encontrar una esposa excelente? ¿Qué es una esposa excelente? ¿Cómo se reconoce? ¿Cómo es ella? ¿Qué hace? Estas preguntas y más se contestan en Proverbios 31:10–31. Mi vida ha cambiado radicalmente por la aplicación de este pasaje y de otros. Porque Dios me dio un corazón obediente a Su Palabra y Su voluntad para mi vida, me estoy convirtiendo en la esposa piadosa que Dios quiere que sea. Él puede hacer lo mimo en su vida, si es cristiana. Usted puede, con la ayuda de Dios, llegar a ser una esposa piadosa, ¡una esposa excelente! Ése es el propósito de este libro – que usted, primeramente, considere lo que significa ser una esposa excelente y luego se comprometa fielmente hacia ese fin, ¡para que sea la esposa que Dios quiere que sea! El propósito de este capítulo es darle una idea de lo que una esposa excelente es, con la esperanza de que usted, también se convierta en una. Empecemos viendo…

Las características de la esposa excelente

En Proverbios 31, versículos 10 al 31, Dios describe veinte características de una esposa excelente. Cuando estas características, o excelencias, se desarrollan en una mujer, su vida empezará a glorificar a Dios. Como una bella flor que refleja la gloria de la creación de Dios, a la luz del sol de la mañana, una esposa excelente refleja la gloria de Dios por sus actitudes y acciones. Tal vez ella se parezca a esto:

  La Esposa Excelente es:

      • Respetuosa a su esposo
      • Confiable
      • Bondadosa
      • Teme al Señor
      • Prudente
      • Bienaventurada por sus hijos
      • Alabada
      • No Temerosa
      • Trabaja con sus manos
      • Sabia
      • Generosa
      • Buena hacia su esposo
      • De valor excepcional

¡Qué reflejo glorioso de Dios es una mujer mientras desarrolla su ministerio como una esposa piadosa! Debe preguntarse a sí misma, “¿Son estas las cualidades que deseo en mi vida?” Si la respuesta es, “¡Sí!”, tal vez esté pensando…


Pero, ¿quién puede ser tan excelente?
Muchas mujeres tienen el deseo de ser la esposa excelente de Proverbios 31. Sólo que no piensan que sea posible, especialmente para ellas. Sin embargo, estas veinte características pueden caracterizar la vida de cualquier mujer cristiana. Estas cualidades se mencionan en Proverbios como verdades generales. Cualquier mujer cristiana que las conoce y está consciente de que las debe obedecer con la ayuda del Espíritu Santo, puede llegar a ser una mujer piadosa, ¡una esposa excelente! Su ministerio puede crecer bajo la mano sustentadora de un Dios amoroso y fiel porque:

Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de Aquél que nos llamó por Su gloria y EXCELENCIA.
2 Pedro 1:3, énfasis añadido

¡Dios ha llamado a cada esposa cristiana a Su excelencia! Cualquier flor puede brotar cuando es atendida por la mano de Dios. La responsabilidad de una esposa es aprender a poner su confianza en la fidelidad de Dios y en Su Palabra – hacer lo que Él dice. Ella puede llegar a ser lo que Él quiere que sea si ella hace lo que Él quiere. ¡No hay otra forma! Pero, antes que nada, hay un problema grande que enfrentar…


El problema del pecado

El pecado es la única cosa que puede impedir que una mujer se transforme en una esposa piadosa. El pecado es rebelión, una trasgresión contra cualquiera de las normas de Dios (1 Juan 3:4). Es no confiar ni obedecer lo que la Palabra de Dios dice. El pecado es querer hacer las cosas a su manera y no a la manera de Dios. Es presumir que Dios le ayudará aun cuando rechace Sus verdades. El pecado es pensar que ella puede vivir sin la ayuda de Dios. Las mala noticia es que hay un montón de formas de pecar. La buena es que Dios mismo ha provisto un remedio para el pecado. “Al que no conoció pecado (Jesucristo), por nosotros (Dios) lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21). Cuando una esposa confía en Jesucristo como su Salvador y Señor, Él la salva de su pecado. Él la libra del dominio mortal del pecado. Ella ya no es una esclava al pecado, “…sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado…” (Romanos 6:6). El Señor Jesús lo puso así, “De cierto, de cierto os digo que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado… Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:34, 36). Hay ayuda disponible para la esposa en su lucha contra el pecado.

La ayuda que las esposas necesitan

Si una esposa es verdaderamente cristiana, Dios ha provisto todo lo que ella necesita “para la vida y la piedad.” Dios ha roto el dominio del pecado en su vida y le ha dado el poder sobrenatural del Espíritu Santo que mora en ella, para hacerla capaz de obedecer Su Palabra y someterse a Su voluntad. En los capítulos siguientes vamos a examinar los detalles específicos de lo que Dios nos dice en Su Palabra y cómo aplicar a nuestras vidas y matrimonios lo que aprendemos. Además, Jesús dijo a sus discípulos que no se preocuparan, porque Dios el Padre mandaría ayuda:

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
Juan 14:16–17

Si esto es verdad (y lo es, si el Señor Jesucristo es su Salvador) entonces…

Las esposas no tienen excusa

Una esposa cristiana no tiene excusa, porque Dios ha provisto de manera abundante, para su batalla contra el pecado. Su Dios amoroso, misericordioso y santo ha provisto todo lo que ella necesita para llegar a ser una esposa piadosa – para llegar a ser la esposa excelente que Dios quiere que sea. Y aun cuando ella falle, puede ser perdonada. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). La única pregunta que resta es…

¿Está lista para empezar?

Si está lista, entonces puede inclinar su rostro y confesar a Dios que no ha sido la esposa que Dios quiere que sea. Pídale a Dios que la ayude, por medio de Su gracia, a llegar a ser la esposa excelente que Él quiere que sea. Quizás desee hacer una oración como la siguiente:

  Señor, admito que no he sido la esposa que tú deseas que yo sea. Necesito tu ayuda para llegar a ser esa esposa. Ahora yo me comprometo a que mi ministerio hacia mi esposo sea el ministerio principal de mi vida. Enséñame lo que necesito saber. Quiero que mi vida y mi relación con mi esposo te glorifiquen. En el nombre de Jesús, Amén”

Si acaba de hacer esa oración con sinceridad, usted puede tener la confianza de que Dios la ha oído y va a contestar su oración porque 1 Juan 5:14 dice, “Y ésta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye.”




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