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martes, 31 de mayo de 2016

Estén siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




¿Con qué criterio puedo juzgar a la Palabra de Dios?

APOLOGÉTICA: LA BATALLA POR LA FE
Me atreví a tomar “Introducción a la filosofía” en mi primer año en la universidad. En su primer día de clases el profesor comenzó con la siguiente pregunta: “¿Cuántos de ustedes creen en Dios?” De los casi 200, solamente la mitad de los alumnos levantamos la mano. 
Entonces declaró el propósito de su curso: “Espero que para el término del semestre, ¡hayan visto que no existe ninguna razón para creer en Dios!” 
Mientras estudiaba los argumentos tradicionales para la existencia de Dios, comencé a darme cuenta de que todos se podían cuestionar, y mi fe empezó a tambalear. Cuando conversaba con mi hermano mayor, quien estaba en la misma clase, ninguno de los dos decía lo que realmente estaba pensando, y nos despedíamos siempre con un débil intento por encubrir nuestras dudas, diciendo cosas como, “Bueno, supongo que tienes que aceptar a Dios por fe.” 
Salía a caminar para pensar en todo esto: ¿Existe Dios realmente, o llegó todo a existir por un proceso de evolución? Lo probé también al revés: Supongamos que Dios no existe. ¿Puedes probar que no existe? Y si no existe, ¿por qué debo ser bueno en vez de malo? ¿Por qué estoy aquí en realidad? Empecé a sentir que mi vida era como un cuaderno de apuntes desordenados y sin título.

Una noche me acosté en el césped de un cerro de la universidad y miré las estrellas. Había millones de ellas, todas resplandecientes como diamantes, y sentí tanto la grandeza del universo como mi propia pequeñez. De pronto supe que Dios estaba allí. Empecé a orar diciendo, “Señor, no lo puedo probar con argumentos, pero sé que estás allí. Haz lo que sea necesario para ponerme en el camino correcto.” Sentía que era como un tren descarrilado que necesitaba un empujón fuerte para volver a enrielarse. Esa noche me fui caminando a mi habitación con una sensación de gozo y paz que nunca antes había experimentado en toda mi vida. No solamente sabía que Dios existía; ¡conocía a Dios!

Estuve bastante bien durante los dos años siguientes, creciendo en mi fe. Mi pastor me enseñó a estudiar la Biblia, a orar, y a compartir mi fe. Luego, durante el tercer año fui a Alemania en un programa de intercambios, período en el que tuve poco compañerismo y en el que tuve conversaciones inquietantes con algunos Testigos de Jehová. Me hicieron dudar de la Trinidad y de la divinidad de Jesús. 

Lo peor era que mi hermano, quien todavía no se recuperaba de las dudas generadas por las clases de filosofía, me escribía cartas desafiando mi fe. Cuando volví a los Estados Unidos para mi último año de universidad, le dije a mi pastor que todavía era un cristiano, pero que no estaba seguro de la Biblia, ni de la divinidad de Jesús. Él me leía pasajes de la Biblia para mostrarme que era inspirada. Yo respondía que este era un argumento circular. ¿Cómo podía usar la Biblia para mostrar que la Biblia era verdad?

Sabía que estaba en un oscuro callejón sin salida, y me asustaba. Usaba el método de Descartes, aceptando solamente aquello de lo que no pudiera dudar. Todavía creía en Dios y me decía, “Bueno, Dios existe. Ahora, ¿qué otra verdad puedo construir sobre este fundamento?” ¡Pero aquello no me llevaba a nada! No podía agregar ladrillo alguno sobre el primero. En mi peregrinaje espiritual, empecé a leer los libros de C. S. Lewis y Francis Schaeffer. 

Me ayudaba el hecho de que al menos hubiera cristianos muy inteligentes tratando de contestar las mismas preguntas que yo tenía. Me gustaba lo que presentaba Schaeffer: un sistema completo de verdad en el que cada parte encajaba con la otra y en la que todo se basaba en la Biblia. Decidí que la verdad no era algo que se construyera por piezas, sino un paquete en que todo se sostiene o cae por completo. No estaba totalmente convencido, pero al menos quería creer en la Biblia.

Decidí ir al seminario. No podía seguir sin obtener algunas importantes respuestas. Había visto algunos libros escritos por Cornelius Van Til, y quería estudiar donde él enseñaba. Cuando visité el Seminario Westminster en Philadelphia, uno de los estudiantes me aseguró que sus estudios con Van Til le habían dado tanta seguridad en su fe que estaba dispuesto a conversar con cualquier persona acerca del evangelio, aun con la persona más inteligente del mundo. Dentro de mí pensé, “¡Hombre!, ¡Yo quisiera sentir eso!”

Tengo que confesar que mis primeras clases con Van Til me decepcionaron un poco. Se veía un poco viejo y repetía mucho las cosas. Todos los días dibujaba dos círculos en la pizarra, uno que representaba a Dios y otro que representaba a la creación. Finalmente supe por qué repetía tanto; no era que no se acordara de lo que ya había escrito, sino que ¡teníamos que escucharlo diez veces para entenderlo! 

Su explicación de Adán y Eva en el huerto de Edén penetró definitivamente en mi corazón. Dijo, “Allí estaban, estas dos pequeñas criaturas del Dios Todopoderoso, cavilando, ‘me pregunto…, me pregunto.…, me pregunto… ¿tendrá Dios razón?, ¿o la tiene la serpiente?” Ellos no tenían derecho a cuestionar a Dios, decía Van Til. ¿Con qué derecho? Esto fue el comienzo de la Caída. Fue su pretensión arrogante de que podían erigirse como jueces de la verdad, aun sobre Dios mismo, lo que destruyó todo. “Pero esto es exactamente lo que yo estoy haciendo”, pensé dentro de mí. “¿Quién soy yo para preguntarme si la Palabra de Dios es verdad? ¿Con qué criterio puedo juzgarlo?” 

Una vez más, en lugar de recibir un argumento profundo, ¡necesitaba un profundo avivamiento espiritual. ¡Necesitaba arrepentirme! Pedí perdón al Señor y le dije que aceptaría lo que Él me dijera. Recuerdo que pensé, “Si Dios me dice que la luna está hecha de queso verde, ¡entonces está hecha de queso verde! ¡Tendría que cambiar mi idea de lo que era la luna, el color verde y el queso!” Por supuesto, Dios no dirá algo que tan claramente contradice el uso normal de lenguaje, razón, y observación, pero esta idea expresaba mi nueva actitud de sumisión a Él.

Fue como una segunda conversión para mí. Ahora no solamente mi corazón pertenecía a Dios, sino también mi mente. No puedo explicar en palabras lo importante que fue este cambio en mi vida. Sentí que había sido rescatado de un pantano de arenas movedizas, y puesto sobre una roca.
Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Salmo 40:2
¿Qué es la apologética?
Cuento mi testimonio, en parte para hacer de la apologética algo más práctico, y en parte para mostrar que nuestra tarea no consiste sólo en presentar un buen argumento lógico. Las dudas tienen que ver con asuntos tanto espirituales como intelectuales. Entonces, ¿para qué escribir otro libro acerca de la apologética? Precisamente porque quiero aclarar la relación entre la lucha intelectual y la lucha espiritual. Quisiera proponer una apologética que integre las distintas formas de abordar el problema, en lugar de enfatizar una sola forma.

Lo primero que debemos entender respecto de la apologética es que no podemos convencer a nadie de ser cristiano de verdad. Si logramos que alguien acepte sólo intelectualmente los postulados de la fe cristiana, sigue sin ser salvo. Para ser salvo la persona tiene que creer personalmente en Jesucristo como su Señor y Salvador. Esto significa confiar personalmente en Él para la obtención de la vida eterna. Aunque, por cierto, esto incluye una aceptación intelectual de la verdad del evangelio, es más que aquello; es un compromiso personal.

 Después de todo, ¿no “sabe” Satanás, en un sentido estrictamente intelectual, que las doctrinas básicas del evangelio son la verdad? (Vea, por ejemplo, Santiago 2:19.) Pero no es salvo, porque le falta un compromiso personal con Cristo. Incluso, ¡él es enemigo de Jesús! Pablo les dice a los corintios que no fue a persuadirlos con palabras de sabiduría humana, sino que fue a predicar a Cristo crucificado. ¿Por qué? Para que la fe de ellos no descansara en sabiduría humana, sino en el poder de Dios.
Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 1 Corintios 2:1–5
El mayor impedimento del hombre para ser cristiano es su ceguera espiritual, y no su falta de comprensión intelectual. Sin embargo, esto no significa que el razonamiento intelectual no tenga lugar en la apologética. El no creyente ha construido además una muralla de defensa que contiene una mezcla de argumentos y razonamientos. Parte de nuestra labor consiste en romper estas barreras. 
Mientras mantengamos nuestros pies firmemente plantados en las Escrituras, podemos y debemos estar dispuestos a dialogar con el no creyente acerca de cualquier cosa a fin de ayudarle a ver la verdad. Sin ceder en nuestra posición, podemos tratar de entender su manera de pensar, mostrarle sus errores, y demostrar la belleza y la solidez del cristianismo. Pablo usó las Escrituras para “discutir” con los judíos acerca de la resurrección.
Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. Hechos 17:2–3
Pedro nos exhorta a estar preparados para ofrecer una “defensa” de la fe y “responder” (NVI) a los que preguntan. La palabra griega es apología (defensa), de donde proviene el término apologética.
… Estad siempre preparados para presentar defensa [apología] con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. 1 Pedro 3:15
Algunas personas necesitan una dosis fuerte de argumentos apologéticos para llegar a Cristo. Por ejemplo, la autora Nancy Pearcey cuenta que su conversión llegó solamente después de que “todas sus propias ideas hubieran sido desmentidas”. Dice que lo único que faltaba era “reconocer que había sido persuadida” y “entregar su vida al Señor de la Verdad”.

Podemos definir la apologética como “la defensa de la fe”, siempre que tomemos en cuenta el hecho de que una buena defensa incluye también una buena ofensiva. Es decir, no solamente debemos responder a las dudas, sino que debemos también descubrir los errores y las contradicciones del pensamiento del no creyente. La meta es “llevar cautivo todo pensamiento a Cristo”.
…Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, … 2 Co. 10:5
La conversión a Cristo es primordialmente un asunto de renovación espiritual- entregando nuestro corazón a Cristo, pero incluye también la sumisión de la mente al Señor. Es el Espíritu Santo que produce este cambio en las dos áreas. El cambio espiritual involucra cambio intelectual, y el cambio intelectural requiere un cambio espiritual. Los dos son inseparables.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos 12:2
No podemos separar la apologética de la evangelización. Más aun, la apologética constituye realmente un aspecto de la obra evangelística.

La tarea es gigantesca. Tenemos que entender la manera de pensar del no creyente, tenemos que descubrir los principios bíblicos de la apologética, tenemos que buscar las mejores maneras de defender el evangelio, y tenemos que discernir la forma especial de presentar el mensaje a cada individuo. En esto consiste la apologética.
La oportunidad actual
La época postmoderna en que vivimos nos plantea grandes desafíos, pero también nos presenta grandes oportunidades. Aunque muchas personas no quieren tomar ningún compromiso, sabemos que están profundamente agobiadas por la inseguridad. 
Tienen que enfrentar una vida angustiante, sin significado, sin verdad, sin normas éticas y sin Dios. Lo más probable es que estén ansiosos por escuchar un mensaje de esperanza, de amor, y de certeza. El cantante español, Manolo García, del grupo “El último de la fila”, canta:
No hay deberes que nos llamen
ni doctrinas que seguir.
Las canciones de un grupo popular llamado “System of a Down”, y los comentarios de sus admiradores, nos pueden ayudar a entender cómo piensan muchos jóvenes hoy. Algunas de sus canciones son gritos rabiosos en contra de problemas sociales, tales como la guerra y el genocidio. Tienen especial interés en recordar al mundo del genocidio armenio que ocurrió entre 1915 y 1923, ya que sus abuelos tuvieron que ser testigos de la muerte de muchos familiares.

Detectamos una desilusión con la ciencia que es típica del posmodernismo en canciones como “Science”.
La ciencia no reconoce
El elemento humano más potente
Soltando la riendas al desarrollo
Es la fe, fe, fe, fe
La ciencia ha fallado al mundo
La ciencia ha fallado nuestra madre tierra
El espíritu mueve en todas las cosas
El espíritu mueve en todas las cosas.
Según un observador, el título de la canción “Chop Suey” describe el estilo del grupo, porque tiene “muchas cosas mezcladas”. Es difícil decifrar el sentido de algunas canciones. Trate de darle algún sentido a las palabras de una de sus canciones más populares llamada “Toxicity” [Toxicidad].
Conversión, versión de software 7.0
mirando la vida a través de los ojos del centro de una rueda
comiendo semillas como pasatiempo
la toxicidad de nuestra ciudad, de nuestra ciudad
Tú, ¿qué eres dueño del mundo?
¿cómo eres dueño del desorden, desorden?
Ahora, en algún lugar entre el silencio sagrado
Silencio sagrado y el sueño
en algún lugar, entre el silencio sagrado y el sueño
desorden, desorden, desorden…
¿Qué significa esto? Aparentemente están protestando algún tipo de corrupción, pero en general la estructura de la canción parece fragmentada. Las frases individuales parecen tener sentido, pero al tratar de unirlas, resulta incomprensible. Según un admirador, uno de los miembros del grupo, Daron Malakian, dijo que esta canción se trataba del trastorno por déficit atencional. Es un riesgo tratar de interpretar una canción como esta, pero me pregunto si no están expresando su sentido de desorden (en el mundo cruel de las atrocidades que vivieron sus familares, en la corrupción del mundo de drogas, en la vida en general, o en la perspectiva de una persona con el trastorno por déficit atencional), a través de la estructura desordenada.

Según algunos comentarios que ellos supuestamente han hecho, el grupo System of a Down es bastante tolerante acerca de cómo se interpretan sus canciones. Se cita a uno de sus miembros Serj Tankian, “He escuchado las interpretaciones más extrañas del significado de nuestras canciones, y yo digo, ‘¿Por qué no? ¡Nunca había pensado en eso, pero eso sirve…!’ Creo que el arte verdadero es una reflexión universal, y los artistas son solamente mensajeros de esa reflexión - o en el mejor de los casos, son presentadores competentes.”

A veces no es fácil comunicar nuestro mensaje a la generación actual, porque muchas personas no están muy preocupadas por la coherencia, y realmente no creen en la verdad absoluta. Sin embargo, en lo más profundo de su corazón, deben sentir que debe haber algo de orden y significado en la vida. Además, a muchos de ellos realmente les inquieta lo que sucede en el mundo, y tienen un interés profundo en las cosas espirituales. Necesitamos escucharlos con respeto, desarrollar amistades con ellos, ayudarles a luchar en contra de los problemas sociales, y compartir nuestra esperanza con ellos.
Una de las pinturas más horrendas que he visto se llama “Cabeza VI”, de Francis Bacon (1949). Me refiero frecuentemente a ella porque creo que representa gráficamente la desesperación postmoderna. Muestra a un hombre vestido con atuendo religioso sentado dentro de un cubo. Su nariz está desapareciendo, y desde ahí hacia arriba ya no queda casi nada, excepto dos cavidades donde estaban los ojos y unas manchas negras. La única parte de su cabeza que se ve claramente es la boca, la cual abierta, grita de una manera escalofriante. Bacon mismo escribió, “El hombre ahora es consciente de que es un accidente, un ser completamente fútil que tiene que seguir adelante sin razón.” ¿No cree usted que alguien como Francis Bacon estaría dispuesto a escuchar nuestro mensaje, el cual explica que somos mucho más que un “accidente”?

¿PUEDES CONTESTAR SATISFACTORIAMENTE ESTAS PREGUNTAS?
He anotado algunas de las preguntas más comunes que hacen lo no creyentes. Cuando hago clases de apologética, pido a los alumnos que me cuenten cuáles son las inquietudes más complicadas que la gente les presenta. Normalmente mencionan las mismas. Recuerde las siguientes preguntas; al final del libro volveremos a ellas sugiriendo algunas formas de respuesta.
#1 ¿Cómo puedes probar que Dios existe?
#2 ¿Cómo puedes estar seguro de que la Biblia es la verdad?, ¿No tiene contradicciones y
 errores?
#3 ¿Qué pasa con las demás religiones? ¿Cómo puedes estar seguro de que no son también
 legítimas?
#4: ¿Qué pensar respecto de la teoría de la evolución? ¿No demuestra que la Biblia está equivocada?
#5: ¿Cómo puede un Dios bueno condenar a las personas?
#6: Si Dios es bondadoso y todopoderoso, ¿por qué permite el mal?

Personalmente creo que el desafío más grande para el apologista es el problema del mal. Aquí la batalla se pone sangrienta. Tenemos que estar preparados.

Hace poco vi un programa de televisión llamado “La interrogante acerca de Dios”. Un profesor de Harvard, el Dr. Armond Nicoli, reunió a un grupo de eruditos de distintas creencias religiosas para hablar de las vidas de Sigmund Freud y C. S. Lewis. El primero de estos dos no creía en Dios, pero el segundo sí creía. El grupo analizaba la forma en que la fe, o la falta de ella, afectaba a estas dos personas. 

Al mirar el programa, yo sentía que el panelista que representaba la posición cristiana había hecho un buen trabajo, hasta que empezaron a hablar del problema del sufrimiento. En ese momento, el cristiano se rindió totalmente, confesó que no tenía ninguna respuesta, y dijo que el dilema le inquietaba profundamente. El representante de la revista Skeptic Magazine [Revista de los escépticos] aprovechó el momento y lo dejó en ridículo diciéndole sarcásticamente que debería ser un ateo, puesto que éstos no tienen que luchar con este problema.

Hay un sitio de Internet llamado “Losing my religion” [Perdiendo mi religión] que es administrado por personas que dicen haber sido cristianos anteriormente (aunque yo creo que la fe verdadera no se pierde). Ahora se dedican a desafiar a los cristianos a discutir acerca de su fe. He sentido mucha desilusión al ver actitudes rígidas, insultos vergonzosos y argumentos débiles por parte de los cristianos. 

Por otra parte, desearía ver un mejor trabajo apologético. 

Si tiene estómago para soportar blasfemias, lea las siguientes líneas, las cuales contienen el diálogo entre Darcy West de “Losing my religion” y un cristiano llamado Roger. 

Darcy está luchando con el tema del infierno, comparando a Dios con un padre odioso y con un tirano como Hitler.
Darcy WestRoger, ¿qué opinión tendrías de un padre que le dice a su hijo, “ámame antes de que cumplas seis años, o voy a meterte en el horno para cocinarte”?
Roger: Darcy, Dios no dice eso…dice “Este es el camino para evitar el infierno.
¡POR FAVOR SIGUE ESTE CAMINO!”
Darcy West: ¿Sugieres que el infierno escapa al control de Dios?
Roger: ¿Qué crees tú?
Darcy West: Si el infierno es un peligro sobre el que Dios tiene control, entonces la analogía que utilizas no es válida. En tu ilustración, muestras a un Dios que está tratando de proteger a su hijo de un peligro sobre el cual no tiene control. Sin embargo, en el caso del Dios de la Biblia, el infierno es un peligro que él mismo creó. Sería como si un padre dijera, “No vayas a la calle o serás atropellado por un vehículo”. Luego, cuando el niño va a la calle, el padre mismo se sube a un bus y lo atropella. Si el padre dijera, “Bueno, el niño tomó su propia decisión”, ¿dirías tú que el padre ha hecho lo correcto?
Roger: Darcy, el infierno fue creado para Satanás y sus demonios, no para seres humanos.
Darcy West: Roger, el padre abusivo compró el horno para hacer galletas, pero si lo usa para hornear a sus hijos, ¿estará libre de culpa?
Al final del diálogo, Roger cae en la trampa de Darcy, admitiendo que sería mejor no adorar a tal tirano. Así Darcy cree que ha ganado el argumento.
Darcy West: ¿Quién merece más respeto?, un hombre que adora a Hitler para evitar que lo envíen a los hornos, o el hombre que se rehúsa a postrarse delante de él sin importar el precio.
Roger: Darcy, el hombre que se rehúsa a postrarse.
Darcy West: Roger, ¡muchas gracias!
¿Le gustaría desarrollar una apologética que le ayude a dialogar con los no creyentes en situaciones como esta? Si es así, espero que se prepare bien, le será de mucho beneficio.
¿PUEDES RESPONDER ... ENTENDISTE LO QUE LEÍSTE?
1. ¿Cuál es la ilustración que se usa en el prefacio para representar al no creyente?
2. ¿En qué sentido la apologética debe ser “integral”?
3. ¿Qué tipo de revelación debe tener la prioridad en la apologética?
4. ¿Cuál fue la “segunda conversión” del autor?
5. ¿Por qué una persona no es salva, si logramos que acepte sólo intelectualmente los
     postulados de la fe cristiana?
6. ¿Cuál es el mayor impedimento del hombre para ser cristiano?
7. ¿Por qué en la apologética el razonamiento intelectual tiene importancia?
8. ¿De dónde viene el término apologética?
9. Escriba 1 Pedro 3:15.
10. ¿Cómo podemos definir la “apologética”?
11. ¿Qué podemos aprender de la pintura “Cabeza VI” de Francis Bacon?
REFLEXIONANDO
1. ¿Por qué cree usted que es importante estudiar la apologética?
2. ¿Cuáles fueron los factores más importantes en su propia conversión?
3. ¿Cuál de las seis preguntas frecuentemente mencionadas por los no creyentes en este
    capítulo le parece a usted la más difícil de responder? ¿Por qué?
4. ¿Qué opina del diálogo entre Darcy West y Roger? ¿Tiene alguna sugerencia para
    Roger?

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jueves, 21 de abril de 2016

No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuere la justicia, entonces por demás murió Cristo

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Consecuencias de una mala decisión
La consecuencia fatal de volver a las obras de la ley
Gálatas 5:2–15

En Gálatas 1 y 2 Pablo presentó las credenciales de su apostolado para apoyar su mensaje de la Cruz. En Gálatas 3 y 4 defendió la exclusividad de la fe y la gracia de Dios en contra de las restricciones y condenas de la ley. Ahora, en Gálatas 5 y 6, establecerá cómo andar en la libertad del Espíritu Santo. De esta manera, pone la vida victoriosa en agudo contraste con las obras de la carne provocadas por la ley.

Pablo ha comprobado su tesis principal: agregar algo, sea lo que sea, a la obra de Cristo en la Cruz es anular dicha obra de gracia. Volver a la esclavitud de la ley y las obras humanas es relegar la obra de Cristo a la basura. Tal rumbo tornaría la gracia de Dios en un error monumental divino. “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuere la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:21). Tan colosal error no puede ser posible nunca.

Pablo define el resultado definitivo de tal vuelta atrás (Gálatas 5:2–6)
El Apóstol a los gentiles habla ex cátedra (desde el tribunal del juez final) al pronunciar la sentencia para aquellos que vuelven a la ley. “He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo” (5:2). Es como una bomba por destallar. No hay grados ni medidas de provecho en Cristo.

Al decir “si” tenemos en griego una condición futura vívida de la tercera clase que implica una perspectiva de la responsabilidad humana de lo que se teme que pueda ser posible, sin que necesariamente haya ocurrido. Esto explica el afán de Pablo y su profunda urgencia al decir algo tan extremo. Su tono se vuelve severo, sin embargo espera en Dios que no llegue a ocurrir ese fin tan desastroso.

El argumento es: “Circuncisión es el sello de la ley. El que de buena voluntad y deliberadamente se deja circuncidar entra en un pacto con la ley. Al entrar en ese pacto para cumplir con toda la ley, uno sigue obligado a someterse a ella y no puede pedir más la gracia de Cristo porque ya entró en otro modo de justificación”.

Tan claro es el argumento que lo repite casi al pie de la letra en el verso tres. Hace hincapié en el hecho de que si los gálatas llegaran a tomar ese rumbo hacia la ley, anularían y harían impotente la obra de Cristo. Esto es más que serio; es desastroso. Es el mismo verbo “katargeo” usado en Romanos 6:6 “destruir, anular”. “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (v. 4).

Pablo habla en términos sólo de la doctrina de la justificación y no de la condición espiritual actual de los gálatas. Más adelante va a esperar su perseverancia en la gracia en Gálatas 5:10: “Yo confío respecto a vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo…” Esto no tiene nada que ver con lo que algunos interpretan como la pérdida de la salvación. El apóstol les advierte de las posibles consecuencias si toman tal rumbo peligrosísimo.

Pablo pone en contraste la posición segura de los verdaderos creyentes al tiempo que se prepara para definir la esencia de nuestra unión con Cristo. “Pues nosotros (esta afirmación incluye a él y a sus amados gálatas 4:19) por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia” (v. 5). Volver a la ley resulta en la pérdida, el abandono de lo que es nuestro mayor tesoro.

En estos dos versos Pablo vuelve a la tríada bendita de la fe, la esperanza y el amor. En unión con Cristo mantenida por fe, no por las obras de la ley, Dios nos garantiza el ministerio del Espíritu Santo, haciéndonos capaces de esperar con toda certidumbre la plena herencia nuestra en Cristo. 

Estas tres virtudes --disponibles en unión con Cristo-- deben mantenerse en su debido balance. “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (v. 6).

Su oposición fuerte frente a la circuncisión en Gálatas 5:2–4 es evidente; tal acto del rito judaico tomado con base en la ley resultaría en las obras como si fuesen la manera de alcanzar la justicia ante Dios. Pero ya en unión con Cristo basta él solo en todo sentido; luego tal rito presente o ausente ni agrega nada ni quita nada.

En lugar de las obras humanas, ahora tenemos a nuestro favor la suficiencia de la obra de Cristo. La fe viene siendo la base de su operación y produce el amor y la justicia que resultan en nuestras muchas ganas esperando nuestra esperanza segurísima.

Aquí Pablo y Santiago coinciden. Pablo pone el énfasis en la fe redentora concedida por el Espíritu que resulta en el amor hacia Dios y su prójimo, es decir, en obras que dan evidencia de la verdadera fe. Santiago niega la fe falsa, es decir, quien meramente dice que tiene fe y no la pone en acción hacia los demás (Santiago 2:19–26). Santiago habla de la fe ficticia y la verdadera; Pablo sólo habla de la fe verdadera que produce el fruto del amor y la justicia que nos conduce a nuestra bienaventuranza, la venida inminente de Cristo.

Otra advertencia del corazón de Pablo y otra condena del judaizante (Gálatas 5:7–12)
Pablo vez tras vez apela a sus amados hijos en la fe. Así empezó la carta. “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente” (1:6). “¡O gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad?” (3:1). “Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros” (4:11). “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (4:19).

Vuelve a su ansiedad espiritual. “Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? (5:7). La figura literaria es de un corredor bloqueado por otro corredor que hace que se pierda su ritmo y posición. También el verbo es del ambiente militar, algo que impide atravesar el camino.

Pablo afirma que tal persuasión no viene de Dios sino de unos pocos a los que describe como levadura, símbolo que es interpretado siempre como malo, pues adultera o echa a perder toda la masa (1 Corintios 5:7). Pablo confía en Dios, tiene su esperanza en él, no en los méritos de los hermanos. Pero, sea quien sea quien los perturbe, sea juzgado por Dios. Como en los salmos imprecatorios no es malo desear que el malo sea juzgado severamente por Dios quien es siempre el juez justo y santo a la vez.

Pablo niega las alegaciones falsas que los judaizantes lanzan contra él (Gálatas 5:11–12)

De repente parece que hay cambio de rumbo. Nos falta el trasfondo para desenredar las alegaciones. Se supone que sus enemigos usaban lo de Timoteo y su circuncisión para acusar a Pablo de hipocresía. Decían que predicaba en contra de la circuncisión, pero lo practicaba él mismo.

Pablo responde: “Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿Por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz” (5:11). El uso de “si” es una condición de primera clase sólo por el argumento. Lo de circuncidar a Timoteo fue al empezar el segundo viaje misionero. “Quiso Pablo que éste (Timoteo) fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego” (Hechos 16:3).

Pero Lucas, el autor de los Hechos, clarifica que Pablo lo hizo como una preventiva de futuros problemas cuando aún predicaba primero a los judíos en las sinagogas. Lucas aclara que la madre de Timoteo era judía, pero su padre gentil y posiblemente no creyente; Timoteo, al nacer de un matrimonio mixto, no habría sido circuncidado. Pablo lo ordenó sólo en aquel aislado caso para prevenir complicaciones en su ministerio que apenas comenzaba.

Luego ante el Concilio de Jerusalén cuando Bernabé y Pablo subieron a Jerusalén para tratar el problema acalorado de la ley y la circuncisión (Hechos 15:1–35), llevaron a Tito, un gentil. “Mas aun Tito, que estaba conmigo, y con todo y ser griego, no fue obligado a circundarse; y esto a pesar de los falsos hermanos… a los cuales ni por un momento, accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros (Gálatas 2:3, 5). Pablo tenía razón en diferenciar los dos casos.

El primer caso involucró un medio gentil, Timoteo, uniéndose a un equipo de judíos para empezar el ministerio en la sinagoga de los judíos. Fue un acto aislado motivado por la discreción y prudencia. El segundo caso fue que el Concilio iba a resolver el mismo problema de la ley; aquí triunfó la gracia de Dios sin ningún compromiso para con los judaizantes.

El escándalo de la Cruz, una verdad reinante (Gálatas 5:11)
Al referirse a esto, Pablo hace a los gálatas la pregunta lógica: “Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? Y luego introduce una verdad fundamental: en tal caso si fuera así, se ha quitado el tropiezo de la cruz. La palabra original nos da la idea del escándalo de la Cruz. Originalmente la palabra “tropiezo” se refería a una trampa para hacer caer un animal. El evangelio de la gracia de Cristo siempre ha sido tropezadero al mundo, a la carne y al diablo. La Cruz siempre ha generado y generará reacciones negativas. Pablo nunca ha evitado la vergüenza, el escándalo de la Cruz,

Lejos de evitarlo, lo afirma como su corona y jactancia. “Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura” (1 Corintios 1:23). Dios nos libre que jamás seamos ofendidos por el estigma santo de la Cruz de Cristo. “Pero lejos esté de mi gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí y yo al mundo” (Gálatas 6:14). ¡Al terminar la carta, ésta fue la despedida de Pablo a los gálatas!

Para los que perturban a los hermanos y no toleran el escándalo de la Cruz, Pablo les tiene una palabra más. Es bien severa y cortante: “¡Ojalá se mutilasen los que os perturban! ¡Qué sean eunucos! Si su gloria es cortar, que sean cortados. Con tal odio santo Pablo los despacha.

Una palabra de cautela espiritual frente a la libertad Gálatas 5:13–15
Gálatas 5:1 se destaca con el llamado a la libertad. “Estad, pues, firmes, en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Pero ahora Pablo la pone en buena perspectiva bíblica. Gócense de la libertad en Cristo, pero recuerden bien que tal libertad nos hace esclavos de Cristo y al servicio de los demás (Romanos 6:17, 18, 22). “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (5:13).
Es verdadera la libertad, pero no es el libertinaje carnal. El péndulo puede mecerse al otro extremo, pero la vida victoriosa en Cristo es una vida balanceada, gobernada por el amor, la santidad y la humildad.

Hay una nota interesante en la palabra “ocasión”. 
Significa una base militar desde la cual se lanza la guerra. También Pedro más adelante les escribe a los de Galacia (1 Pedro 1:1) y dice: “Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” (1 Pedro 2:16).

El rol triunfante del Espíritu Santo en el creyente que vive bajo la gracia
En el resto de la epístola Pablo va a hablar muchísimo de la carne (Gálatas 5:16), la vida vieja (Romanos 6:6), la pasada manera de vivir (Efesios 4:22). El tema será el Espíritu Santo y la carne. En estos dos capítulos tendremos un desarrollo práctico de cómo se lleva la vida cristiana.

La ley puede ser a primera vista un vehículo bueno para restringir los deseos de la carne, debido a sus fuertes prohibiciones. Pero Pablo nos recuerda en Colosenses 2:23: “Tales cosas (guardar días y reglas) tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”. Sólo el Espíritu Santo provee la dinámica para sobresalir en la lucha contra la carne, aun en la vida del más santo.

Estos dos capítulos, 5 y 6, nos enseñarán otro factor tantas veces omitido; me refiero a la obra de la Cruz. Tantos hablan del control del Espíritu como si todo dependiese de él. ¡Como si fuera la culpa del Espíritu por no hacer su trabajo al ver tanta carnalidad entre nosotros! Si que él es fiel; el problema es que no le dejamos a él el lugar para que haga su obra santificadora. Gálatas nos recuerda la parte nuestra al dejar que la Cruz, nuestra muerte y resurrección con él, sea el factor acompañante y suplementario a la obra bendita del Espíritu Santo.

Romanos 8:12, 13 ponen en perfecto equilibrio estos dos factores: “Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas (1) si por el Espíritu (2) hacéis morir las obras de la carne, viviréis”.

La iniciativa es de él, pero la reacción es nuestra por la fe obediente. Es ese perfecto equilibrio y cooperación entre primero lo divino y luego lo humano, dejando siempre que lo divino sea la potencia y lo nuestro la cooperación de nuestra voluntad renovada en Cristo. Todo es de su gracia.

Principios profundos para tomar en cuenta

  1. La ley y la gracia, las buenas obras nuestras y la fe son totalmente incompatibles. No existe la manera de unirlas como la base de nuestra justificación ante Dios (5:2).
  2. Los judaizantes querían confundir a los gálatas al proponerles que agregaran algo más a la obra de Jesús. Pablo les advierte solemnemente que tal camino abandonaría la obra de Cristo. No opera así la justificación ante un Dios santo (5:4).
  3. Pablo se acerca a tal abandono peligrosísimo al sugerir que si procediesen por ese camino, ya habrían caído de la gracia. No lo afirma, pero les advierte y les da la alerta (5:4).
  4. Pero con su corazón pastoral Pablo cree aún que no han dado ese paso, ni que lo darán, porque Dios ha hecho una obra genuina en sus vidas.
  5. Las implicaciones para nosotros son fuertes: la respuesta a la ley y las buenas obras con base en nuestra energía es NO; sin embargo, la fe en la obra suficiente de la Cruz y el Espíritu Santo ameritan un rotundo SÍ. Tal es la vida victoriosa en Cristo que Pablo ampliará en el resto de los capítulos 5 y 6.


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miércoles, 6 de abril de 2016

Antes que viniese la fe, estábamos custodiados bajo la ley, reservados para la fe que había de ser revelada. La ley ha sido nuestro tutor para llevarnos a Cristo, para que seamos justificados por la fe. Como ha venido la fe, ya no estamos bajo tutor.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




La verdadera descendencia de Abraham
Gálatas 3:15-29
3: 15 Hermanos, hablo en términos humanos: Aunque un pacto sea de hombres, una vez ratificado, nadie lo cancela ni le añade. 16 Ahora bien, las promesas a Abraham fueron pronunciadas también a su descendencia.  No dice: "y a los descendientes", como refiriéndose a muchos, sino a uno solo: y a tu descendencia,  que es Cristo. 17 Esto, pues, digo: El pacto confirmado antes por Dios no lo abroga la ley, que vino 430 años después, para invalidar la promesa. 18 Porque si la herencia fuera por la ley, ya no sería por la promesa; pero a Abraham Dios ha dado gratuitamente la herencia por medio de una promesa.

19 Entonces, ¿para qué existe la ley? Fue dada por causa de las transgresiones, hasta que viniese la descendencia a quien había sido hecha la promesa. Y esta ley fue promulgada por medio de ángeles, por mano de un mediador. 20 Y el mediador no es de uno solo, pero Dios es uno.

21 Por consecuencia, ¿es la ley contraria a las promesas de Dios?  ¡De ninguna manera! Porque si hubiera sido dada una ley capaz de vivificar, entonces la justicia sería por la ley. 22 No obstante, la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa fuese dada por la fe en Jesucristo a los que creen. 23 Pero antes que viniese la fe, estábamos custodiados bajo la ley, reservados para la fe que había de ser revelada. 24 De manera que la ley ha sido nuestro tutor para llevarnos a Cristo, para que seamos justificados por la fe. 25 Pero como ha venido la fe, ya no estamos bajo tutor.

26 Así que, todos sois hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús, 27 porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. 28 Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. 29 Y ya que sois de Cristo, ciertamente sois descendencia  de Abraham, herederos conforme a la promesa.

Cristo en la Promesa a Abraham
La verdadera relación de la promesa
fe frente a la ley mosaica

Gálatas 3:15–29

No es muy fácil a veces leer y comprender los asuntos concernientes a la doctrina. Preferimos una experiencia excitante, una ilustración llamativa o una jornada de entretenimiento, pero vale la pena perseverar, porque a largo plazo sólo la verdad sólida de la gracia de Dios resulta en la transformación de vida que es la promesa de Cristo.

Hoy en día la alabanza está muy de moda y se oye por todas partes; sin embargo, muchas veces no es más que la efervescencia del momento. Es común en algunos ambientes despreciar la doctrina, olvidando que sólo así se crece a la imagen de Cristo.

En esta segunda sección doctrinal de Gálatas 3–4, Pablo sigue el tema de la gracia del evangelio frente a la enseñanza peligrosa de los judaizantes --un énfasis erróneo en guardar aspectos de la ley. Esta mezcla constituye una verdadera amenaza a la obra consumada de Cristo. Pablo ha establecido más allá de cualquier duda que la ley sólo condena y maldice al pecador: “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” (Gálatas 3:10).

La ley no puede más que condenar al infeliz pecador. Además, “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” (vv. 13, 14).

Pero todavía queda la pregunta: ¿Cuál es la verdadera función de la ley? ¿Tiene algún propósito ante Dios? Pablo toca este tema para apoyar el papel distintivo de la ley, pero sólo según el expresado propósito de Dios al enviarla.

Pablo analiza los límites de la ley de Moisés frente a la promesa a Abraham (Gálatas 3:15–18) Pablo llama la atención de sus lectores con estas palabras: “Hermanos, hablo en términos humanos…” (Gálatas 3:15). Así, con una nota de cariño, les hace una proposición muy lógica a sus hijos en la fe. Un pacto al ser ratificado es inviolable. No se agrega ni se quita nada. Este punto es muy importante --sigue el argumento “a fortiori”, es decir, una verdad a la fuerza. Si así es en el pacto/arreglo humano, cuánto más será en la intervención de Dios en gracia a favor de Abraham. En cierto sentido un pacto humano es un arreglo humano con dos entidades más o menos iguales.

Pero Dios le hizo una promesa --algo muy diferente de un pacto; la gracia dependía exclusivamente, no de Abraham sino de Dios en su propia persona inmutable. Para establecer su argumento Pablo se vale de la inspiración bíblica plenaria y verbal usando una palabra en singular: no dice a las simientes, sino que se valdría de una simiente.

Una vez hecha la aclaración, Pablo interpreta correctamente el enfoque espiritual de la promesa en Cristo, en la simiente mesiánica a final de cuentas, no tan sólo en la tierra y el pueblo prometidos sino en el Mesías mismo en quien todas las naciones serían bendecidas (Gálatas 3:16)

De manera muy razonable, la aplicación es que la promesa dada tempranamente a Abraham tiene estricta prioridad sobre la ley. Dios ha hecho la promesa y Hebreos dice: “Por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18). De tal modo la promesa se mantiene en pie y en plena vigencia. La ley que vino más tarde bajo diferentes circunstancias y fue dada a diferentes personas con diferente fin, por lo tanto no puede de ninguna manera abrogar ni invalidar la promesa. Así Pablo mantiene la superioridad de la gracia de Dios y el oír con fe ante el concepto erróneo de los judaizantes.

La promesa es de otro parámetro, de otra índole, es decir, es por la pura gracia de Dios. Por un solo argumento incontrovertible Pablo pone la promesa a Abraham en otra categoría muy superior a la ley. Pablo saca la conclusión inevitable, la consecuencia lógica y doctrinal: “Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa” (Gálatas 3:18). No puede haber otra conclusión posible. La ley y la gracia son incompatibles con respecto a la salvación.

La ley sirve sólo para condenarnos y prepararnos a oír con fe (Gálatas 3:19–21)
Bishop John Lightfoot analiza bien la superioridad de la promesa o la inferioridad de la ley bajo cuatro puntos: 

  1. la ley condena, no da vida; 
  2. la ley fue temporaria; cuando la simiente vino, se anuló; 
  3. la ley no vino directamente de Dios al hombre sino a través de dos mediadores, ángeles y Moisés; 
  4. la ley dependía de la obediencia de los contratantes. Por el contrario, la promesa dependía sólo de Dios mismo sin entrar para nada el elemento humano. Fue el decreto soberano de Dios el que estableció la eterna validez de la promesa.


Pero el autor inspirado reconoce la validez de la pregunta: “Entonces, ¿para qué sirve la ley?” (Gálatas 3:19). Su respuesta responde de golpe a la pregunta, porque nadie dudaba de que la ley era la personificación de la santidad y la justicia de Dios. La ley nos revela quien es Dios y por ende quienes somos nosotros en muy agudo contraste. 

La respuesta es sucinta: 
“Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente (Cristo) a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador” (Gálatas 3:19).

De hecho el pecado (la naturaleza del mal) en forma de los pecados (los delitos mismos) se oponía a las demandas estrictas de la santidad de Dios. Así, el pecado quedó definido de una vez, y se veía y juzgaba de tal manera por la ley mosaica. De esta forma, el ser humano –en su estado de condenación-- no hubiera tenido la más mínima esperanza de ganar su propia salvación. La ley logró condenar impunemente al pecador sin Cristo (Romanos 3:20, 23).

Este Pacto Mosaico era condicional desde el principio. Dios exigía la obediencia en todo momento, pero el ser humano no pudo ni quiso responder así. “Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas” (Gálatas 3:10). “Y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas” (Gálatas3:12).

La ley era inferior porque un contratante se rebeló y así quedó abrogada la ley al llegar la simiente, Cristo (Gálatas 3:16). Otro factor limitante era que les llegó la ley por medio de dos mediadores, ángeles (Deuteronomio 33:2; Hechos 7:53) y Moisés (Éxodo 20:19; Deuteronomio 5:2). El otro contratante era Dios mismo, el único fiel, constante e inmutable.

Otra cuestión queda por contestar. Pablo no quería socavar o despreciar la validez de la ley en sí. La ley era indispensable para la obra salvadora final, pero no como el agente de la salvación. 

La ley desempeñaría un papel preparatorio y muy necesario. Surge entonces la pregunta: “¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios?” (Gálatas 3:21). 

De ninguna manera no eran contrarias porque procedían las dos de Dios mismo; así la promesa y la ley no eran principios hostiles ni contradictorios. Más bien en orden cronológico servían al mismo fin, el de preparar al pecador para la venida de la fe.

En general la palabra “fe” tiene varios usos en las Escrituras. Aquí se da la preferencia a la persona de Cristo menos que al evangelio o lo que se creía; aquí no se puede referir a la fe subjetiva y personal. El contexto nos guía a la interpretación más adecuada.

Este hecho subraya lo temporaria de la ley, socavando los argumentos de los judaizantes que querían imponer de nuevo la ley en los gálatas. Lejos de quedar vigente la ley, quedó caduca y abrogada (véanse Hebreos 8:13–9:10). Éste es el argumento decisivo para establecer la introducción de la promesa de fe.

Según la Escritura, es decir, el Antiguo Testamento, la ley logró el propósito divino de encerrarlo todo bajo la condena del pecado (Gálatas 3:22). Pablo usa el neutro “lo” para hacer lo más inclusiva posible la referencia al mal de ser humano.

Pablo resume todo el argumento de Romanos 9–11 usando el mismísimo verbo: “Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos” (Romanos 11:32). La ley sí sirve al propósito de Dios sólo cuando se usa según su plan perfecto para hacer resaltar el mal y quitarle al ser humano toda esperanza de lograr su propia salvación.

Pablo usa la ilustración de uno de menor edad bajo restricciones fuertes (Gálatas 3:22–25)

Es muy interesante como Pablo ilustra el papel de la ley para con los israelitas frente a la amenaza de los judaizantes. El apóstol vuelve a tocar la misma ilustración en Gálatas 4:1–3 y luego en la alegoría de Agar, el monte de Sinaí y Sara y la Jerusalén de arriba en Gálatas 4:21–31.

La analogía es gráfica; Pablo recordaba su propia posición: “Pero antes que viniese la fe (Cristo, el Mesías), estábamos confinados bajo la ley, encerrados para que aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gálatas 3:23, 24).

Pablo escoge bien la palabra “ayo” que era un tutor o un esclavo de cierta categoría que tenía a su cargo la supervisión moral del heredero joven. Su papel fue diferente al del maestro o pedagogo; pues debía imponer la disciplina de manera estricta. Así la ley era inferior como el esclavo, aun de cierto rango con el deber de limitar y poner restricciones a favor de criar cierta moral en el heredero menor. Fue una etapa temporaria esperando la libertad futura de llegar a ser el auténtico heredero.

Echada a un lado la ley, Cristo introduce un nuevo ‘estatus’: libertad (Gálatas 3:26–27)

En este párrafo Pablo amplía la gloriosa libertad del creyente, libre de la ley pero unido a Cristo, acabadas todas las distinciones de la ley. Lo que servía por un rato, ya no sirve más. Con la llegada de la fe o Cristo, la simiente a quien le dio Dios la promesa por pura gracia, entramos de inmediato en el pleno disfrute de los hijos de Dios bajo la única condición del oír con fe (Gálatas 3:2, 5).

Pablo ahora describe la herencia del creyente. Tal lleva la marca del hijo de Abraham por fe. La ley no aportó nada; sólo condenó al pecador y preparó al creyente para recibir por fe la promesa. La primera característica es “porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (v. 27).

La primera característica es una plena co-crucifixión o identificación con Cristo en muerte al pecado --lo negativo—y revestido inmediatamente de Cristo. En este pasaje se oye el eco de Romanos 6:3: “Fuimos todos bautizados en su muerte” y la cita de Colosenses 2:12: “Sepultados con él en el bautismo”.

Dios toma cartas desde el primer minuto de nuestra salvación uniéndonos a su Hijo en la Cruz. Éste es el mensaje de la Cruz. Sabemos que la referencia al “bautismo” se refiere a nuestra incorporación en el cuerpo de Cristo por el Espíritu Santo, el verdadero bautismo en/con/por el Espíritu: “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Corintios 12:13). Es seguido ese bautismo espiritual de la ordenanza que da testimonio público a tal verdad abrazada y comprendida ahora de todo corazón por el creyente.

Pablo vuelve a puntualizar esa verdad fundamental de nuestra unión con Cristo. No se puede entender la salvación por la gracia sin regresar incansablemente a ese punto de partida, nuestra identificación con Cristo en la Cruz. Como resultado de ese acto divino el creyente está revestido de Cristo (Gálatas 3:27).

La justificación que nos dio cobertura bajo la justicia de Cristo viene siendo nuestra vestimenta espiritual. Nuestra posición en Cristo llega a ser el principio de nuestra nueva condición o santificación. Pablo en Efesios 4:23, 24 nos reta de la misma manera: “Y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.

Por la gracia, no por la ley, el creyente ya es nueva criatura (Gálatas 3:28, 29)
Ahora viene un versículo muy radical que puntualiza lo distintivo de ser hijo de Abraham con el oír por fe. La ley nunca nos aportó nada; sólo nos preparó el camino por sacar a luz y definir el pecado nuestro. Es la pura gracia de la promesa en una gloriosa transformación que rompió tajantemente todas las barreras que se pudieran imaginar.

Por lo tanto “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Gálatas 3:28, 29). El espectro o la gama del creyente nos deja pasmados. Estos dos versos son la piedra de ángulo, la piedra de toque del creyente. De un solo golpe la Cruz derrumba todo lo que nos separa y nos une a todos en los lazos del Crucificado.

El concepto del judaizante era que la ley agregaba algo necesario al creyente en Cristo. Quería devolverlo a la servidumbre de la ley. Pablo lo veía como un ataque frontal en contra de la absoluta suficiencia y superioridad de la gracia disponible del oír con fe. Pero en Cristo, en cambio, no hay distinción alguna, ni de sexo, ni de nivel social, económico y religioso. Todos somos “herederos con Dios y coherederos con Cristo” (Romanos 8:17).

Ya que somos herederos espirituales en plena posesión de Cristo; no hay por que buscar un don que nos magnifique, ni una experiencia que nos separe de los demás hermanos en Cristo. No hay búsqueda ni atracción que nos prometa enriquecernos como se oye en la Teología de la Prosperidad. No hay poder sobre otros por el “dizque” obispo, apóstol o profeta que crea tanta carnalidad hoy día.

Todo esto es eliminado por la Cruz de Cristo y nos deja humildes y santos delante de Dios. Veamos la suficiencia de Cristo crucificado a quien Pablo predicaba: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y éste crucificado” (1 Corintios 2:2).

Verdades poderosas para tomar en cuenta
  1. La promesa dada en gracia a Abraham y a nosotros por el oír con fe está en pie y vigente en la vida de todo creyente.
  2. La ley sirvió como “ayo” para llevarnos a Cristo. Ahora ya no sirve porque en Cristo quedamos perdonados y aceptos como herederos con Dios y coherederos con Cristo.
  3. La ley y el legalismo nos separan, pero unidos a Cristo no hay ni judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni varón ni mujer; “porque todos vosotros sois uno en Cristo” (Gálatas 3:28).
  4. La verdadera marca del creyente es que está bautizado en Cristo y revestido de él (Gálatas 3:27).
  5. La gracia que nos llega por el oír con fe es tan completa que no buscamos nada menos que más de Cristo y Cristo crucificado. Éste es el mensaje de la Cruz.
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viernes, 11 de septiembre de 2015

Sé fiel hasta la muerte y Yo te daré la Corona de La Vida...el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
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PERO LO QUE NO DICE ES...
¡¡¡QUE LEE SU BIBLIA!!!
PERO LO QUE NO INDICA
ES QUE SU MEJOR GOL FUE HABER 
ACEPTADO A JESUCRISTO COMO SU SALVADOR PERSONAL
Juan Carlos Restrepo el padre adoptivo de James Rodríguez, el futbolista colombiano que fue presentado recientemente como centrocampista en el Real Madrid, es cristiano y buen lector de la Biblia.
En una entrevista con el diario El Huila, Restrepo afirmó que se casó con la madre de James cuando éste apenas tenía tres añitos. Sin embargo, relacionan mucho el éxito del futbolista con la religión.
“Nosotros simplemente fuimos un instrumento que Dios usó para traer bendición a la familia de James. ¿Qué hicimos? Identificar un talento, colocar las reglas de juego claras, enseñarle que en la vida se tiene tiempo para todo, pero que si lo hacíamos con disciplina, con profesionalismo y con honestidad, lo podíamos lograr”, dice Restrepo.
“Afortunadamente contamos con la buena voluntad de James que, siendo tan joven, aceptó el reto, se propuso que podía llegar a hacerlo y así lo logramos, con mucha disciplina y con mucho cariño”, agrega.
Cuando se le preguntó a Restrepo que mucha religión conduce al fanatismo, él consideró que “en muchas ocasiones la religiosidad implica un mal concepto. El tema es que nosotros no hacemos religión, nosotros no somos religiosos, tenemos una forma de pensar que incluye a Cristo en nuestras vidas, son dos cosas diferentes. Una cosa es estar todo el día en una iglesia o tener un dogma de religión que no permite ver más allá de esas fronteras, y otra cosa es tener un principio de vida fundamentado en Cristo, en sus buenos haceres, en su buen mensaje”.
“Porque si tú escudriñas la Biblia, que es como nosotros lo hacemos, no estamos apegados a una devoción fascista, sino a principios de vida. Allí está el cómo se hace, con disciplina. Allí está el cómo se fundamenta el ser, en los principios morales”, resaltó.
Restrepo es ingeniero en sistemas y conoció a Pilar —mamá de James — cuando empezó a trabajar en Cementos Diamante del Tolima, allí ella se desempeñaba como secretaria de gerencia, y fue allí que comenzó su relación.
James tiene una hermana 16 años que se llama Juana Valentina Restrepo Rubio. Vale destacar que la mamá de James no es “no es practicante cristiana en la forma en que lo soy yo; ella se confiesa en la Iglesia católica; yo me confieso en la Iglesia cristiana.
“El Señor me dio la fortuna de que James sí siguió mis pasos, James sí es cristiano, James ha sido buen lector de la Biblia. Entonces los principios en la familia eran, yo respeto tu espacio, tú respetas el mío, siempre y cuando los espacios y las actividades conduzcan a un mismo propósito, a un mismo bienestar”, dijo Restrepo.
“No hubiera estado yo dispuesto a formar un hogar si los principios de Pilar no fueran más o menos colindantes con los míos; afortunadamente yo le respeté su espacio, ella practica su devoción como bien la tiene, y yo practico la mía”, agregó.
Respecto del salario que gana James, su papá adoptivo resalta: “Un día le dije a James David Rodríguez: hijo, o calidoso como le digo yo, gloria a Dios que yo tengo una profesión, me gano en mi forma de vida, nunca me ha faltado el trabajo, entonces lo que pueda pedir se lo voy a pedir así: en la vida, cualquier hombre puede ser padre, y mira cómo aparecí yo en tu vida, pero en la vida solamente se tiene una madre.
“Entonces cuando tú triunfes te voy a pedir un favor: primero tu mamá, segundo, si yo no estoy vivo, te pido el favor que saques adelante a tu hermanita, que la hagas profesional, y tercero, te voy a pedir el favor que a mí me pagues contestando el teléfono, cuando yo te llame me contestas, cuando yo quiera una boleta para ir a ver el equipo en el que juegas, me la das. Yo nunca le pediré plata a James porque gracias a Dios tengo vida y la oportunidad de trabajar.”
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