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sábado, 7 de diciembre de 2019

Los caminos torcidos serán enderezados, las sendas dispares serán allanadas, y todos verán la salvación de Dios

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6

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EL BAUTISMO DE JUAN Y EL BAUTISMO DE JESÚS


En la Escritura encontramos el bautismo por primera vez cuando Juan el Bautista entra en escena. Juan ministró antes de que Jesús comisionara a sus discípulos a bautizar (Mateo 28:19) o siquiera dijese algo acerca del bautismo. En los cuatro relatos evangélicos se nos dan ciertos datos acerca del ministerio de Juan, pero quizá Lucas proporcione la mirada más extensa a su vida y obra. Allí leemos:

  Era el año decimoquinto del imperio de Tiberio César. Poncio Pilato era entonces gobernador de Judea, Herodes era tetrarca de Galilea, su hermano Felipe era tetraca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias era tetrarca de Abilinia. Anás y Caifás eran sumos sacerdotes. En esos días Dios le habló a Juan hijo de Zacarías en el desierto. Juan fue entonces por toda la región cercana al Jordán, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados, tal y como está escrito en el libro del profeta Isaías: “Una voz clama en el desierto: Preparen el camino del Señor y enderecen sus sendas. Todo valle será rellenado, y todo monte y colina será nivelado. Los caminos torcidos serán enderezados, las sendas dispares serán allanadas, y todos verán la salvación de Dios” (3:1–6).

Está claro que los apóstoles del Nuevo Testamento entendieron la venida de Juan el Bautista en el contexto de la profecía de Isaías sobre uno que vendría como heraldo del Mesías, uno cuya principal responsabilidad en el plan de redención de Dios sería preparar el camino para la llegada del Señor. Ellos además estaban muy conscientes de una profecía en el libro del profeta Malaquías. En el último capítulo de su libro —de hecho, en el último párrafo de su libro—, Malaquías habló de la llegada del “día del Señor”, que no ocurriría sino hasta la reaparición del profeta Elías (Malaquías 4:5). Por lo tanto, durante cuatrocientos años después de Malaquías, el pueblo judío esperó el regreso del profeta Elías, quien había sido llevado al cielo cientos de años antes (2 Reyes 2:11). En cada celebración de la Pascua, se dejaba una silla desocupada en la mesa en memoria de Elías, en caso de que llegara como un invitado aquella noche.

Por lo tanto, no es de extrañar que cuando Juan comenzó a captar la atención, “los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntaran: ‘Tú, ¿quién eres?’. Juan confesó, y no negó, sino que confesó: ‘Yo no soy el Cristo’. Y le preguntaron: ‘Entonces, ¿qué? ¿Eres Elías?’. Dijo: ‘No lo soy’ ” (Juan 1:19–21a). Cuando Juan descartó cualquier idea de que él podría ser el Mesías, a continuación las autoridades supusieron que era Elías. Pero Juan negó eso también.

Esta negación es más bien misteriosa, porque un ángel había dicho de Juan: “Lo precederá [al Señor] con el espíritu y el poder de Elías” (Lucas 1:17), y más tarde Jesús dijo: “Si quieren recibirlo, [Juan] es Elías, el que había de venir”, y: “ ‘Yo les digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron…’. Al escuchar esto, los discípulos comprendieron que les estaba hablando de Juan el Bautista” (Mateo 11:14; 17:12–13). Sin embargo, la forma en la que Jesús calificó esos comentarios, y la declaración de que Juan vendría “en el espíritu y el poder de Elías”, indican que Juan no era el Elías real. No obstante, había una continuidad entre ellos, de manera que el ministerio de Elías se reintrodujo en la persona de Juan el Bautista.


¿EL FIN DEL SILENCIO?

Intenta imaginar que eres un judío del siglo I. De pronto, pareciera que todos están hablando de la aparición de un hombre de Dios que viene del desierto, que era el lugar de encuentro tradicional entre Dios y sus profetas en el Antiguo Testamento. En el desierto, el profeta recibía su unción; allí se le daba la Palabra de Dios y era comisionado para proclamarla a Israel. La gente pronto comenzó a preguntarse si Juan era un profeta.

Esta pregunta tenía mucho significado porque había habido un largo periodo de silencio profético. En los relatos del Antiguo Testamento, pareciera que hay un profeta detrás de cada piedra. Aquella era una época en la que la profecía era muy importante para la vida de los israelitas, y Elías encabezaba la lista de los profetas. Pero luego, de pronto la Palabra profética de Dios había cesado en la tierra. Malaquías había sido el último profeta en Israel. No había habido palabra de Dios por cuatrocientos años. El pueblo de Israel había estado esperando durante lo que parecía una eternidad a que Dios hablara nuevamente. Así, rápidamente revivió la esperanza de que Juan trajera la tan esperada palabra de Dios.

Tengo una pregunta capciosa que me gusta plantearles a mis alumnos: “¿Quién fue el mayor profeta del Antiguo Testamento?”. Algunos dicen Elías; algunos dicen Isaías; otros insisten en Jeremías. Finalmente yo digo: “No, el mayor profeta del Antiguo Testamento fue Juan el Bautista”. A veces nos olvidamos de que si bien leemos sobre Juan el Bautista en el Nuevo Testamento, él vivió antes de que Jesús inaugurara el nuevo pacto en el aposento alto la noche de su traición. Así que la economía del antiguo pacto se extendía desde el principio en el huerto del Edén hasta el momento de la Última Cena. Por lo tanto, Juan el Bautista pertenecía al periodo del Antiguo Testamento, y Jesús dijo de él: “De cierto les digo que, entre los que nacen de mujer, no ha surgido nadie mayor que Juan el Bautista” (Mateo 11:11).

“EL REINO DE DIOS SE HA ACERCADO”

Si bien Juan fue el mayor profeta del Antiguo Testamento, su tarea consistió en anunciar el fin del periodo de la historia redentora del Antiguo Testamento, porque el reino de Dios estaba a punto de irrumpir. En el Antiguo Testamento, la llegada del reino de Dios era un suceso futuro ambiguo. Pero Juan comenzó su mensaje con una radical nota de urgencia. Él clamaba: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2). Él estaba diciendo que el reino de Dios no estaba en el futuro distante, sino que estaba a punto de llegar.

Juan utilizó dos metáforas para ilustrar la urgencia del momento. Primero, dijo: “El hacha ya está lista para derribar de raíz a los árboles” (Mateo 3:10a). No era como si el leñador recién se hubiera internado en el bosque y hubiera comenzado a desastillar la corteza de un árbol, pero todavía tuviera que dar otros mil hachazos antes de poder derribarlo. Más bien el leñador ya había cortado hasta el corazón mismo del árbol. Juan estaba diciendo que con un hachazo más el árbol caería.

En segundo lugar, Juan dijo: “Ya tiene el bieldo en la mano, de modo que limpiará su era, recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en un fuego que nunca se apagará” (Mateo 3:12). El bieldo era una herramienta que usaban los agricultores de grano para separar el trigo de la paja. Después de que se trillaba el grano, es decir, se separaban las semillas de las cáscaras, el agricultor usaba una horqueta larga para arrojar montones de semillas al aire para que el viento arrastrara la paja más liviana, los últimos fragmentos de la cáscara. La paja volaba con el viento, pero las semillas más pesadas volvían a caer al montón. Juan estaba diciendo que el agricultor no estaba simplemente pensando en separar el trigo de la paja, ni iba caminando hacia el granero para tomar su bieldo. En lugar de eso, el agricultor tenía el bieldo en la mano y estaba a punto de comenzar el paso final en el proceso de su cosecha. El momento de separación, el momento crítico que apartaría el buen trigo de la paja inútil e indeseable, estaba a punto de acontecer. Juan estaba diciendo: “Israel, tu Rey está a punto de llegar, el Mesías está a las puertas, y tú no estás preparado”.


EL ESCÁNDALO DEL BAUTISMO

¿Qué tenía que hacer el pueblo para estar listo para la llegada del Mesías? Juan se lo dijo claramente: tenían que arrepentirse de sus pecados y bautizarse.

En la mente de los teólogos y los líderes de ese entonces, el llamado de Juan a que el pueblo se presentara en el Río Jordán para bautizarse era escandaloso. ¿Por qué? Cuando un gentil se convertía al judaísmo, tenía que adoptar los principios y las doctrinas del judaísmo, y tenía que circuncidarse. Además, tenía que pasar por un ritual que se había desarrollado durante el periodo intertestamentario, un baño ceremonial de purificación conocido como “bautismo del prosélito”. Este rito de purificación era administrado a los gentiles convertidos porque los judíos consideraban a los gentiles ceremonialmente impuros. Por el contrario, los judíos eran considerados limpios, así que no necesitaban pasar por ningún tipo de ritual de purificación. Pero cuando Juan los llamó a bautizarse, los fariseos se sintieron ofendidos por la implicación de que los judíos eran impuros. Ellos no podían ver que Dios le estaba imponiendo un nuevo requisito a su pueblo porque se acercaba un nuevo momento en la historia de la redención —la llegada del Mesías— y aun los judíos necesitaban remisión de sus pecados.

Un día, mientras Juan bautizaba en el Río Jordán, vio acercarse a Jesús. Él clamó: “Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29b). Entonces Jesús vino a Juan y le pidió que lo bautizara. Juan quedó pasmado. Mateo nos dice que “Juan se le oponía, diciendo: ‘Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?’ ” (3:14). Él sabía que Jesús no tenía pecado, y por lo tanto no tenía necesidad de un ritual de limpieza. Pero Jesús le dijo: “Por ahora, déjalo así, porque conviene que cumplamos toda justicia” (v. 15). Como Mesías, Jesús tenía que someterse a la totalidad de la ley de Dios. Su vocación no era simplemente morir por los pecados de su pueblo, sino que también tenía que obedecer perfectamente la ley para lograr la justicia que le sería imputada a dicho pueblo. Cada requerimiento que se le imponía a Israel se le imponía al Mesías de Israel, incluida la orden de bautizarse, una orden entregada por Juan el Bautista, un profeta de Dios. Así que Jesús fue bautizado.

Al considerar el bautismo de Juan, no obstante, es crucial que entendamos que este no es equivalente al bautismo del Nuevo Testamento. Son similares en muchos aspectos, pero no son lo mismo. El bautismo del Nuevo Testamento va más allá de lo que implicaba y simbolizaba el bautismo de Juan. Su bautismo era un ritual preparatorio para el pueblo judío mientras esperaban la llegada del Mesías, así que su significado estaba fundado y arraigado en el Antiguo Testamento. Funcionaba como un puente al sacramento del bautismo del Nuevo Testamento. Más tarde, Jesús ordenó algo más profundo y de mayor significación.


EL BAUTISMO ORDENADO

Al final del evangelio de Mateo, encontramos una comunicación culminante entre Jesús y sus discípulos. Mateo escribe:

  Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había señalado, y cuando lo vieron, lo adoraron. Pero algunos dudaban. Jesús se acercó y les dijo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. Amén (28:16–20).

Es significativo, creo yo, que Jesús introdujera este mandato diciendo a sus discípulos: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra”. En toda su enseñanza hasta el momento de su crucifixión, Jesús nunca ordenó el bautismo. Pero aquí lo hizo. Habiéndose levantado de la tumba, él tenía autoridad, debido a su obra consumada, para crear una nueva señal para el nuevo pacto, y eso hizo precisamente al ordenar el bautismo.

En el Post anterior, afirmé que el bautismo no es necesario para la salvación. Sin embargo, si alguien me preguntara: “¿El bautismo es necesario para el cristiano?”, yo le diría: “Absolutamente”. No es necesario para la salvación, pero es necesario para la obediencia, porque Cristo, sin ambigüedades, ordenó que todos aquellos que le pertenecen, que son parte de la nueva familia del pacto, y que reciben los beneficios de su salvación, deben ser bautizados con la fórmula trinitaria.

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domingo, 21 de enero de 2018

EL MORADO LLEVADO A LAS PALMAS CON EL PAPA

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



LA POSICIÓN DE DESOBEDIENCIA LLEVA A OFUSCARSE
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domingo, 12 de junio de 2016

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




El AMOR más grande - HERRAMIENTA PARA SALVACIÓN

La obra y los obreros
La Propagación de la Palabra - una obra hermosa
Almas salvadas
Al emprender el estudio del evangelismo personal, antes de considerar CÓMO realizar dicho trabajo, consideremos primero

  1. POR QUÉ, 
  2. DÓNDE y 
  3. CUÁNDO debe realizarse el trabajo personal. 
EN ESTE ESTUDIO RESPONDEREMOS EL ¿POR QUÉ?
En otro post responderemos ¿DÓNDE?, y en otro estaremos tratando el ¿CUÁNDO?

Quizá parezca innecesario para un hijo de Dios considerar estos puntos aun por un momento, y sin embargo, algunos de nosotros quizá no comprendamos por completo la obra que se nos ha encomendado, mientras que para aquellos que quizá comprendan con más amplitud, seguramente no estará fuera de lugar escuchar las palabras de Pedro, en el sentido de despertar “con exhortación vuestro limpio entendimiento.”

¿POR QUÉ?

  1. Porque el Señor lo ordenó.                                                                                             “Id por todo el mundo; predicad el evangelio a toda criatura.” Marcos 16:15. ¿Podría hijo alguno que ha sido lavado en la sangre del Calvario hacer otra cosa que obedecer? ¿Querría cualquier hijo de Dios que sabe el precio que costó esa sangre hacer otra cosa que obedecer?                                                                                                           Estamos tan inclinados a buscar todo lo bueno que el Señor ha adquirido para nosotros, y que nos ofrece mas                                                                                                  ¿estamos solamente dispuestos a RECIBIR, pero no a DAR?                                      ¿Nos liemos regocijado ante las maravillas de Juan 3:16, para eludir luego las  responsabilidades de 1 Juan 3:16?                                                                                “Muy ocupados,” nos decimos. Y añadimos:                                                              “Muy cansados,”                                                                                                “demasiadas preocupaciones.”                                                                                       Mas ¿estaba el Señor demasiado ocupado en el. cielo para venir a redimir al hombre? ¿Estaba demasiado cansado en circunstancias que se sentaba junto al pozo, para hablar la palabra que hizo acudir a toda una villa a su Dios?                                                         ¿Le impedían las responsabilidades asumidas respecto de la multitud escuchar las palabras del ciego Bartimeo, o debido al apremio no podía satisfacer las necesidades de la mujer que le tocó entre la multitud, o estaba demasiado apresurado para escuchar el llamado de los diez leprosos que se encontraban junto al camino?                        ¿Seremos como los nueve que no retornaron para darle gloria?                       Recordemos que nosotros también somos sólo “samaritanos” y“extranjeros.” De manera que, sabiendo lo que ha hecho por nosotros, glorifiquemos a Dios y démosle gracias obedeciendo Su Palabra.
  2. Porque tenemos un mayordomía que se nos ha encomendado, una responsabilidad de la cual debemos responder ante el Señor.                                                          Hemos estado contemplando el pasado, miremos ahora el futuro, el día que anhelamos, ese día cuando le veremos a nuestro Salvador resucitado, ese día que seguramente no está distante. Hemos recibido a Cristo; estamos edificando sobre el fundamento, fuera del cual no hay otro alguno, pero ¿sobre qué estamos edificando? ¿Qué revelará el fuego? ‘¿Madera, heno, hojarasca?” ¿O será “oro, plata, piedras preciosas” que queremos que se revele? ¿Guardamos nosotros, como el siervo de la parábola, la mina en un pañuelo? Muy pronto veremos a ese “Hombre Noble,” que “partió a una provincia lejos, para tomar para sí un reino, y volver” ¿Le recibiremos con gozo, o con vergüenza? Pensemos por unos momentos LO QUE SIGNIFICARÍA PARA NOSOTROS, SUS HIJOS REDIMIDOS, SI NO ESCUCHÁRAMOS DE LABIOS DEL SEÑOR LAS PALABRAS DE “BIEN, BUEN SIERVO Y FIEL.”
  3. Porque es nuestro PRIVILEGIO.                                                                                Dios no necesitaba al hombre para predicar su mensaje de salvación; podría haber hablado directamente a los corazones individuales; podría haber empleado a los ángeles, el viento, las olas. Todo estaba a sus órdenes. ¿Por qué fué entonces que le pidió al hombre que anunciara su mensaje, al hombre, que había descuidado de tal manera la tarea que se le había encomendado, el hombre que es un ser tan lleno de fracasos, tan débil? Era el método de Dios de ayudar al hombre, dándole la manera mediante la cual podía alcanzar grandes recompensas, un privilegio que se le había conferido. Nada podíamos hacer para alcanzar nuestra salvación. Nos fué dada como un don o dádiva. Mas ahora el Señor ha dejado expedito un camino mediante el cual podemos recibir recompensas por la fidelidad, es decir, gobierno sobre diez ciudades o cinco; pero la mayor recompensa para nosotros todos, estoy seguro, serán las palabras aprobatorias del Señor que dice: “Bien, buen siervo y fiel.” No pensemos de la labor, sino comprendamos que es nuestro gran privilegio, una forma mediante la cual podremos alcanzar su aprobación y dar gloria a su nombre. 
  4. Porque el mundo está perdido.                                                                               Camina por la senda ancha que “lleva a la destrucción.” Algunos que se encuentran en dicha senda viajan por ella de voluntad. La senda angosta que lleva en dirección opuesta les parece muy angosta, muy limitada, restringida. Otros viajan por ella sin saberlo, con dolor, puesto que la otra senda no se les ha sido señalada. Mas ya sea por la ceguera de la ignorancia, o la ceguera de aquéllos que “tienen ojos, y no ven,” es lo mismo, y la destrucción espera a ambos al final del camino. Debemos entonces colocarnos en la encrucijada del camino, señalando la senda que corresponde, y advertir a todos los que están dispuestos a obedecer.
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miércoles, 27 de abril de 2016

Es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos...¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Alimentemos con pastos frescos a la congregación

Una salvación tan grande
Hebreos 2:1-4
2:1  Por lo tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. 2 Pues si la palabra dicha por los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 3 ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación, que al principio fue declarada por el Señor, nos fue confirmada por medio de los que oyeron, 4 dando Dios testimonio juntamente con ellos con señales, maravillas, diversos hechos poderosos y dones repartidos por el Espíritu Santo según su voluntad.

UNA SALVACIÓN TAN GRANDE QUE NO DEBEMOS DESCUIDAR
El peligro de descuidar su revelación
Hebreos 2:1–4
V. 1
El autor de Hebreos interrumpe su exposición de la superioridad de Jesús sobre los ángeles con la primera de varias amonestaciones a sus lectores. 

El propósito de Hebreos no es simplemente lograr que los lectores acepten mentalmente la superioridad de Jesús; lo que creemos se debe reflejar en lo que hacemos. Si Jesucristo tiene una naturaleza tan digna, recta, y poderosa como se mostró en el primer capítulo, debemos dar la mayor atención a la palabra de Dios que él nos trae. Los destinatarios de Hebreos estaban en peligro de dejar su profesión cristiana por temor o apatía. Si aceptaban la superioridad de Cristo, lo mostrarían por la perseverancia.

La salvación no es simplemente un “lugar” donde podemos descansar en pasividad, sino un camino en el cual tenemos que caminar. Si no somos diligentes y activos, progresando en el camino de la fe, nos alejamos poco a poco del Hijo y de sus demandas, como un barco que por descuido pasa la seguridad del puerto y se escurre a la destrucción (Hebreos 6:19 describe nuestra esperanza como un ancla). Más son los que se alejan de Jesús por deslizamiento pasivo, que los que por decisión activa renuncian a la fe.
Semillero homilético
Indicaciones en el camino de la salvación
Hebreos 2:1–4
Introducción: 
Cristóbal Colón no se quedó tranquilo con su descubrimiento de haber encontrado el camino, la ruta a la India, sino que hizo lo imposible para recorrer esa ruta y fue así que se encontró con el Nuevo Mundo. No es suficiente solamente encontrar el camino, sino caminar por ese camino para llegar al lugar deseado.

Jesucristo es el camino de la salvación, eso lo sabemos una mayoría, pero no basta saberlo sino caminar en ese camino, vivir de acuerdo a las reglas de ese camino para encontrar la salvación. De ahí que vale la pena considerar tres indicaciones en el caminar por el camino de la salvación según Hebreos 2:1–4.
I.     Las recomendaciones para el caminar por el camino de la salvación (v. 1a).
1.     La primera recomendación es que debemos ser diligentes en nuestro andar (por el camino de la salvación).
(1)     Porque no es simplemente un refugio donde podemos estar tranquilos y quietos.
(2)     Porque es un camino en el cual tenemos que bregar con esmero y entrega.
2.     La segunda recomendación es que debemos observar las reglas del camino de la salvación con mucha seriedad.
(1)     Porque las reglas son vitales para que permanezcamos en él. (Son mucho más que el vestido, la comida, las comodidades y planes humanos).
(2)     Porque las reglas no son secundarias. (No se las puede tomar como un juego), de ellas depende nuestra felicidad, nuestra paz, nuestra vida.
II.     Los peligros en el caminar por el camino de la salvación (vv. 1b2a).
1.     Uno de los peligros es la negligencia y la pasividad.
(1)     Porque (la negligencia y la pasividad) traen como consecuencia el alejamiento de Cristo y sus demandas. (Más son los que se alejan de Jesús por deslizamiento pasivo, que los que por decisión activa renuncian a la fe).
(2)     Porque la negligencia y la pasividad trae como consecuencia el acomodamiento a un estado parasitario.
2.     Otro de los peligros en el camino de la salvación es la apatía.
(1)     Porque la apatía es un estado de fría indiferencia a las exigencias del camino de salvación.
(2)     Porque la apatía es un estado de dureza, insensibilidad a las demandas del camino de salvación.
III.     Las sanciones en el caminar por el camino de la                      salvación (vv. 2–4).
1.     La sanción es castigo grande a los infractores y desobedientes a los mandamientos de Dios.
(1)     Porque los mandamientos que Dios dio a los antepasados por medio de los ángeles, adquirieron carácter de ley, válidos, y quienes desobedecieron fueron castigados justamente.
(2)     Porque es más importante atender a la palabra suprema y final de Dios, que ofrece salvación por medio de su Hijo, y quienes lo rechacen y lo desobedezcan merecerán un castigo mayor de Dios.
2.     La sanción es castigo grande a los infractores y desobedientes al mensaje de Jesucristo, confirmado por Dios y su iglesia.
(1)     Porque el mensaje de Jesucristo fue de salvación confirmada por los que creyeron (a través de su proclamación y del testimonio de sus vidas cambiadas).
(2)     Porque el mensaje de Jesucristo fue de salvación confirmada por Dios a través de milagros y con la presencia permanente de su Espíritu Santo.
Conclusión
A través de este pasaje la palabra de Dios nos exhorta a tomar en serio el camino de la salvación, el camino de fe en el que nos encontramos por la gracia del amor de Dios.

Al mismo tiempo nos invita a examinar nuestra situación en el camino de la fe, si somos diligentes y tomamos el camino de la fe como lo más importante, como la verdadera prioridad de nuestra existencia, estamos progresando bien en ese camino, rumbo a la meta final, la Jerusalén celestial. 

Pero si seguimos en el camino de la fe con apatía, tomándolo como menos importante que cualquier actividad humana, teniendo más miedo a las pruebas y al rechazo de la gente no creyente, estamos próximos a deslizarnos del camino de la fe al otro camino ancho, que nos llevará a la perdición y, por ende, al castigo eterno de Dios. 

El propósito de este mensaje es que podamos sacudirnos y reaccionar al amor de Dios que no quiere por nada que nos deslicemos del camino de fe, porque ese camino es la prueba de su amor más inmenso por el hombre, fue abierto con la sangre de su hijo amado. ¡No lo rechacemos!

Hebreos confirma su advertencia con un argumento a fortiori (vv. 2, 3a). Este tipo de argumento, frecuente en la epístola, tiene esta forma: “Si A es cierto, con más razón es cierto B”. Aquí el argumento es que, si la ley dada por medio de los ángeles fue válida, cuánto más la salvación que Jesús ofrece. 

Ya que Jesús es superior a los ángeles, la palabra que Dios da por medio de él tiene que ser más importante que la que encargó a los ángeles. Si es importante evitar la retribución que amenaza al que viola la palabra dicha por los ángeles, cuánto más importante es “atender” a la palabra suprema y final de Dios, que ofrece salvación.

Para entender este argumento, hay que saber que los judíos del primer siglo creían que Dios mandó la ley a Moisés por medio de ángeles. El libro de Éxodo no menciona ningún ángel como mediador de la ley, pero tal creencia llegó a ser común entre los judíos por un creciente sentido de la trascendencia de Dios. 

La idea de que los ángeles mediaron la ley de Moisés se refleja en Gálatas 3:19 y Hechos 7:53. Hebreos arguye que Jesús nos ofrece una salvación más grande que la ofrecida en el AT por ángeles, y el que rechaza esta salvación merece una retribución más grande que el que rechaza la del AT.
Vv. 3b, 4
Aparentemente, algunos de los lectores de la carta lamentaban que la ley judía hubiera sido dada por medio de ángeles, mientras ellos habían recibido el evangelio cristiano por medio de meros hombres. El autor corrige este error, afirmando que el primer mensajero que declaró el mensaje cristiano de salvación fue el mismo Señor, el Hijo quien es superior a los ángeles. 

Aunque el autor y los destinatarios de Hebreos no habían escuchado la palabra de labios de Jesús, los que oyeron al Señor les confirmaron el mensaje con su proclamación y con el testimonio de vidas cambiadas. Y Dios dio su confirmación de la verdad de este mensaje con milagros y con la presencia permanente de su Espíritu Santo.

De esta descripción de la recepción del evangelio por los lectores y por el autor de Hebreos, concluimos que ninguno de ellos era de los que anduvieron con Jesús en la tierra. Pero en la fundación de su congregación hubo manifestaciones milagrosas del poder y aprobación de Dios. Estas manifestaciones eran señales que apuntaban a una verdad espiritual. Eran maravillas y produjeron asombro en los que las presenciaron. Eran hechos poderosos, muestras del poder de Dios.

No está claro si el autor quería decir, dones repartidos por el Espíritu Santo o “repartimientos del Espíritu Santo”. El segundo sentido es más probable. Dios repartió el don de su Espíritu a cada uno de los miembros de la comunidad como él quiso, y dado que él nos conoce tan profundamente y nos ama tanto, su voluntad es mejor que lo que escogeríamos por nosotros mismos.
Sobre el poner por encima a una criatura en lugar del Creador
El inca Pachakutek (reformador), noveno rey del Imperio incaico (¿1225–1285?), fue un gran reformador y teólogo. Según el comentario de los cronistas como: Cristóbal de Molina y el padre Bernabé Cobo, en su "Historia del Nuevo Mundo" (escrita en 1654), el inca Pachakutij:

Llamó la atención al hecho de que el astro solar siempre sigue una trayectoria fija, realiza tareas definidas y tiene un horario rígido como cualquier obrero: en otras palabras si inti, sol, fuera Dios ¿por qué no realiza o hace algo original? El rey Pachakutij reiteraba después: el disco solar puede ser encubierto por cualquier nube. Esto quería decir que si inti era realmente Dios, ninguna cosa creada podría cubrir su luz. Sorpresivamente, Pachakutij tembló al darse cuenta de que había estado adorando a una simple criatura como si fuera el Creador.

Entonces, empezó llamando a un congreso de sacerdotes del sol, equivalente pagano del Concilio de Nicea, para proponer el cambio de adorar al Creador antes que a las cosas creadas, porque sería una incongruencia adorar al mismo tiempo a las cosas creadas como si fueran el creador.

Si Pachakutij, un inca pagano, desprovisto de la iluminación judeo cristiana, se pudo dar cuenta de que era una incongruencia poner una criatura en lugar del Creador, lo imperfecto y lo insuficiente antes que lo perfecto y todo suficiente, nosotros tenemos que darnos cuenta a través de la Palabra del Señor en este pasaje, de que no podemos poner a ninguna cosa creada por encima del Creador, por encima de su hijo Jesucristo
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jueves, 21 de abril de 2016

No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuere la justicia, entonces por demás murió Cristo

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Consecuencias de una mala decisión
La consecuencia fatal de volver a las obras de la ley
Gálatas 5:2–15

En Gálatas 1 y 2 Pablo presentó las credenciales de su apostolado para apoyar su mensaje de la Cruz. En Gálatas 3 y 4 defendió la exclusividad de la fe y la gracia de Dios en contra de las restricciones y condenas de la ley. Ahora, en Gálatas 5 y 6, establecerá cómo andar en la libertad del Espíritu Santo. De esta manera, pone la vida victoriosa en agudo contraste con las obras de la carne provocadas por la ley.

Pablo ha comprobado su tesis principal: agregar algo, sea lo que sea, a la obra de Cristo en la Cruz es anular dicha obra de gracia. Volver a la esclavitud de la ley y las obras humanas es relegar la obra de Cristo a la basura. Tal rumbo tornaría la gracia de Dios en un error monumental divino. “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuere la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:21). Tan colosal error no puede ser posible nunca.

Pablo define el resultado definitivo de tal vuelta atrás (Gálatas 5:2–6)
El Apóstol a los gentiles habla ex cátedra (desde el tribunal del juez final) al pronunciar la sentencia para aquellos que vuelven a la ley. “He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo” (5:2). Es como una bomba por destallar. No hay grados ni medidas de provecho en Cristo.

Al decir “si” tenemos en griego una condición futura vívida de la tercera clase que implica una perspectiva de la responsabilidad humana de lo que se teme que pueda ser posible, sin que necesariamente haya ocurrido. Esto explica el afán de Pablo y su profunda urgencia al decir algo tan extremo. Su tono se vuelve severo, sin embargo espera en Dios que no llegue a ocurrir ese fin tan desastroso.

El argumento es: “Circuncisión es el sello de la ley. El que de buena voluntad y deliberadamente se deja circuncidar entra en un pacto con la ley. Al entrar en ese pacto para cumplir con toda la ley, uno sigue obligado a someterse a ella y no puede pedir más la gracia de Cristo porque ya entró en otro modo de justificación”.

Tan claro es el argumento que lo repite casi al pie de la letra en el verso tres. Hace hincapié en el hecho de que si los gálatas llegaran a tomar ese rumbo hacia la ley, anularían y harían impotente la obra de Cristo. Esto es más que serio; es desastroso. Es el mismo verbo “katargeo” usado en Romanos 6:6 “destruir, anular”. “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído” (v. 4).

Pablo habla en términos sólo de la doctrina de la justificación y no de la condición espiritual actual de los gálatas. Más adelante va a esperar su perseverancia en la gracia en Gálatas 5:10: “Yo confío respecto a vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo…” Esto no tiene nada que ver con lo que algunos interpretan como la pérdida de la salvación. El apóstol les advierte de las posibles consecuencias si toman tal rumbo peligrosísimo.

Pablo pone en contraste la posición segura de los verdaderos creyentes al tiempo que se prepara para definir la esencia de nuestra unión con Cristo. “Pues nosotros (esta afirmación incluye a él y a sus amados gálatas 4:19) por el Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia” (v. 5). Volver a la ley resulta en la pérdida, el abandono de lo que es nuestro mayor tesoro.

En estos dos versos Pablo vuelve a la tríada bendita de la fe, la esperanza y el amor. En unión con Cristo mantenida por fe, no por las obras de la ley, Dios nos garantiza el ministerio del Espíritu Santo, haciéndonos capaces de esperar con toda certidumbre la plena herencia nuestra en Cristo. 

Estas tres virtudes --disponibles en unión con Cristo-- deben mantenerse en su debido balance. “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor” (v. 6).

Su oposición fuerte frente a la circuncisión en Gálatas 5:2–4 es evidente; tal acto del rito judaico tomado con base en la ley resultaría en las obras como si fuesen la manera de alcanzar la justicia ante Dios. Pero ya en unión con Cristo basta él solo en todo sentido; luego tal rito presente o ausente ni agrega nada ni quita nada.

En lugar de las obras humanas, ahora tenemos a nuestro favor la suficiencia de la obra de Cristo. La fe viene siendo la base de su operación y produce el amor y la justicia que resultan en nuestras muchas ganas esperando nuestra esperanza segurísima.

Aquí Pablo y Santiago coinciden. Pablo pone el énfasis en la fe redentora concedida por el Espíritu que resulta en el amor hacia Dios y su prójimo, es decir, en obras que dan evidencia de la verdadera fe. Santiago niega la fe falsa, es decir, quien meramente dice que tiene fe y no la pone en acción hacia los demás (Santiago 2:19–26). Santiago habla de la fe ficticia y la verdadera; Pablo sólo habla de la fe verdadera que produce el fruto del amor y la justicia que nos conduce a nuestra bienaventuranza, la venida inminente de Cristo.

Otra advertencia del corazón de Pablo y otra condena del judaizante (Gálatas 5:7–12)
Pablo vez tras vez apela a sus amados hijos en la fe. Así empezó la carta. “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente” (1:6). “¡O gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad?” (3:1). “Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros” (4:11). “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros” (4:19).

Vuelve a su ansiedad espiritual. “Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? (5:7). La figura literaria es de un corredor bloqueado por otro corredor que hace que se pierda su ritmo y posición. También el verbo es del ambiente militar, algo que impide atravesar el camino.

Pablo afirma que tal persuasión no viene de Dios sino de unos pocos a los que describe como levadura, símbolo que es interpretado siempre como malo, pues adultera o echa a perder toda la masa (1 Corintios 5:7). Pablo confía en Dios, tiene su esperanza en él, no en los méritos de los hermanos. Pero, sea quien sea quien los perturbe, sea juzgado por Dios. Como en los salmos imprecatorios no es malo desear que el malo sea juzgado severamente por Dios quien es siempre el juez justo y santo a la vez.

Pablo niega las alegaciones falsas que los judaizantes lanzan contra él (Gálatas 5:11–12)

De repente parece que hay cambio de rumbo. Nos falta el trasfondo para desenredar las alegaciones. Se supone que sus enemigos usaban lo de Timoteo y su circuncisión para acusar a Pablo de hipocresía. Decían que predicaba en contra de la circuncisión, pero lo practicaba él mismo.

Pablo responde: “Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿Por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz” (5:11). El uso de “si” es una condición de primera clase sólo por el argumento. Lo de circuncidar a Timoteo fue al empezar el segundo viaje misionero. “Quiso Pablo que éste (Timoteo) fuese con él; y tomándole, le circuncidó por causa de los judíos que había en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego” (Hechos 16:3).

Pero Lucas, el autor de los Hechos, clarifica que Pablo lo hizo como una preventiva de futuros problemas cuando aún predicaba primero a los judíos en las sinagogas. Lucas aclara que la madre de Timoteo era judía, pero su padre gentil y posiblemente no creyente; Timoteo, al nacer de un matrimonio mixto, no habría sido circuncidado. Pablo lo ordenó sólo en aquel aislado caso para prevenir complicaciones en su ministerio que apenas comenzaba.

Luego ante el Concilio de Jerusalén cuando Bernabé y Pablo subieron a Jerusalén para tratar el problema acalorado de la ley y la circuncisión (Hechos 15:1–35), llevaron a Tito, un gentil. “Mas aun Tito, que estaba conmigo, y con todo y ser griego, no fue obligado a circundarse; y esto a pesar de los falsos hermanos… a los cuales ni por un momento, accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros (Gálatas 2:3, 5). Pablo tenía razón en diferenciar los dos casos.

El primer caso involucró un medio gentil, Timoteo, uniéndose a un equipo de judíos para empezar el ministerio en la sinagoga de los judíos. Fue un acto aislado motivado por la discreción y prudencia. El segundo caso fue que el Concilio iba a resolver el mismo problema de la ley; aquí triunfó la gracia de Dios sin ningún compromiso para con los judaizantes.

El escándalo de la Cruz, una verdad reinante (Gálatas 5:11)
Al referirse a esto, Pablo hace a los gálatas la pregunta lógica: “Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? Y luego introduce una verdad fundamental: en tal caso si fuera así, se ha quitado el tropiezo de la cruz. La palabra original nos da la idea del escándalo de la Cruz. Originalmente la palabra “tropiezo” se refería a una trampa para hacer caer un animal. El evangelio de la gracia de Cristo siempre ha sido tropezadero al mundo, a la carne y al diablo. La Cruz siempre ha generado y generará reacciones negativas. Pablo nunca ha evitado la vergüenza, el escándalo de la Cruz,

Lejos de evitarlo, lo afirma como su corona y jactancia. “Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura” (1 Corintios 1:23). Dios nos libre que jamás seamos ofendidos por el estigma santo de la Cruz de Cristo. “Pero lejos esté de mi gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí y yo al mundo” (Gálatas 6:14). ¡Al terminar la carta, ésta fue la despedida de Pablo a los gálatas!

Para los que perturban a los hermanos y no toleran el escándalo de la Cruz, Pablo les tiene una palabra más. Es bien severa y cortante: “¡Ojalá se mutilasen los que os perturban! ¡Qué sean eunucos! Si su gloria es cortar, que sean cortados. Con tal odio santo Pablo los despacha.

Una palabra de cautela espiritual frente a la libertad Gálatas 5:13–15
Gálatas 5:1 se destaca con el llamado a la libertad. “Estad, pues, firmes, en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Pero ahora Pablo la pone en buena perspectiva bíblica. Gócense de la libertad en Cristo, pero recuerden bien que tal libertad nos hace esclavos de Cristo y al servicio de los demás (Romanos 6:17, 18, 22). “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros” (5:13).
Es verdadera la libertad, pero no es el libertinaje carnal. El péndulo puede mecerse al otro extremo, pero la vida victoriosa en Cristo es una vida balanceada, gobernada por el amor, la santidad y la humildad.

Hay una nota interesante en la palabra “ocasión”. 
Significa una base militar desde la cual se lanza la guerra. También Pedro más adelante les escribe a los de Galacia (1 Pedro 1:1) y dice: “Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” (1 Pedro 2:16).

El rol triunfante del Espíritu Santo en el creyente que vive bajo la gracia
En el resto de la epístola Pablo va a hablar muchísimo de la carne (Gálatas 5:16), la vida vieja (Romanos 6:6), la pasada manera de vivir (Efesios 4:22). El tema será el Espíritu Santo y la carne. En estos dos capítulos tendremos un desarrollo práctico de cómo se lleva la vida cristiana.

La ley puede ser a primera vista un vehículo bueno para restringir los deseos de la carne, debido a sus fuertes prohibiciones. Pero Pablo nos recuerda en Colosenses 2:23: “Tales cosas (guardar días y reglas) tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne”. Sólo el Espíritu Santo provee la dinámica para sobresalir en la lucha contra la carne, aun en la vida del más santo.

Estos dos capítulos, 5 y 6, nos enseñarán otro factor tantas veces omitido; me refiero a la obra de la Cruz. Tantos hablan del control del Espíritu como si todo dependiese de él. ¡Como si fuera la culpa del Espíritu por no hacer su trabajo al ver tanta carnalidad entre nosotros! Si que él es fiel; el problema es que no le dejamos a él el lugar para que haga su obra santificadora. Gálatas nos recuerda la parte nuestra al dejar que la Cruz, nuestra muerte y resurrección con él, sea el factor acompañante y suplementario a la obra bendita del Espíritu Santo.

Romanos 8:12, 13 ponen en perfecto equilibrio estos dos factores: “Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas (1) si por el Espíritu (2) hacéis morir las obras de la carne, viviréis”.

La iniciativa es de él, pero la reacción es nuestra por la fe obediente. Es ese perfecto equilibrio y cooperación entre primero lo divino y luego lo humano, dejando siempre que lo divino sea la potencia y lo nuestro la cooperación de nuestra voluntad renovada en Cristo. Todo es de su gracia.

Principios profundos para tomar en cuenta

  1. La ley y la gracia, las buenas obras nuestras y la fe son totalmente incompatibles. No existe la manera de unirlas como la base de nuestra justificación ante Dios (5:2).
  2. Los judaizantes querían confundir a los gálatas al proponerles que agregaran algo más a la obra de Jesús. Pablo les advierte solemnemente que tal camino abandonaría la obra de Cristo. No opera así la justificación ante un Dios santo (5:4).
  3. Pablo se acerca a tal abandono peligrosísimo al sugerir que si procediesen por ese camino, ya habrían caído de la gracia. No lo afirma, pero les advierte y les da la alerta (5:4).
  4. Pero con su corazón pastoral Pablo cree aún que no han dado ese paso, ni que lo darán, porque Dios ha hecho una obra genuina en sus vidas.
  5. Las implicaciones para nosotros son fuertes: la respuesta a la ley y las buenas obras con base en nuestra energía es NO; sin embargo, la fe en la obra suficiente de la Cruz y el Espíritu Santo ameritan un rotundo SÍ. Tal es la vida victoriosa en Cristo que Pablo ampliará en el resto de los capítulos 5 y 6.


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viernes, 22 de noviembre de 2013

Jesucristo es el Señor de tu vida

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Jesucristo...Señor De Todo

Querido Amigo:
Queremos que estudies muy detalladamente los dibujos en esta página. Estos cuentan una historia maravillosa—la historia de cómo el Hijo de Dios dejó Su hogar en el Cielo para venir a este mundo para ser nuestro Salvador. Ellos muestran como Él se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en la cruz. Y también enseñan como Dios ha exaltado al Señor Jesús hasta el trono del Cielo.
Jesucristo es Señor de Todo
Antes que el Señor Jesús ascendiera al Cielo, dio este mandamiento:
Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15).
Entonces les dio esta promesa maravillosa:
y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo
(Mateo 28:20).
El Señor Jesús dejó la tierra con su cuerpo glorificado y resucitado y pasando por las nubes, regresó al Cielo  
Mientras que lo contemplaban, el Señor Jesús fue llevado de ellos y una nube lo recibió. El Señor Jesús dejó la tierra con su cuerpo glorificado y resucitado y pasando por las nubes, regresó al Cielo.
En Sus manos y en Sus pies, llevaba la señal de los clavos. En Su costado, llevaba la señal de la lanza. En su frente, llevaba las cicatrices de la corona de espinas.
Porque el Padre estaba completamente satisfecho con la obra de Su Hijo, le impuso tres grandes honores:
1 Le dio toda potestad en el Cielo y en la tierra
2 Le exaltó al puesto más alto en el universo
3 Le dio un nombre que es sobre todo nombre.

El Poder Dado al Señor Jesucristo

La Biblia dice,
El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano (Juan 3:35).
Una de las cosas que el Padre ha dado a Su Hijo es todo poder. Antes de Su ascensión, el Señor Jesús reveló esta verdad sorprendente a Sus discípulos. Él dijo,
Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18).
Mientras que servimos al Señor Jesús aquí en la tierra, tendremos muchas dificultades y nos encontraremos con muchos obstáculos; pero siempre debemos de recordar que servimos a un Salvador todo poderoso. ¡No hay nada que Él no pueda hacer!

La Posición Dada al Señor Jesucristo

Cuando un rey da un banquete para honrar a alguien, ¿dónde sienta a quien desea honrar más que a todos los otros? Lo sienta a la derecha de él mismo, porque éste es el lugar más elevado de honor.
El puesto dado al Señor Jesús es mucho más elevado que el de cualquiera persona o poder espiritual en el universo  
Cuando el Señor Jesús regresó al Cielo, el Padre quiso darle el lugar más elevado de honor. ¿Dónde estaría este lugar? ¡Estaría a la derecha del Padre, por supuesto! Y este es exactamente el lugar que Dios el Padre ha dado a Su Hijo. La Biblia dice,
[Dios con el] poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales
(Efesios 1:19-20).
El puesto dado al Señor Jesús es mucho más elevado que el de cualquiera persona o poder espiritual en el universo. La Biblia dice que Dios ha puesto todas las cosas debajo de Sus pies. Esto quiere decir que toda criatura está bajo Su autoridad y está sujeta a Él. También, la Biblia dice que Su puesto es sobre todo principado y autoridad y poder y señorío . . . (Efesios 1:21).
Necesitamos abrir nuestros ojos y ver qué cambio más maravilloso se ha efectuado. Mientras que el Señor Jesús andaba aquí en la tierra, Él era dócil y humilde. Pero ahora ha sido recibido de regreso en el Cielo y exaltado al lugar de honor a la derecha de Su Padre. Nadie jamás recibirá un puesto de honor y autoridad como el que recibió el Señor Jesucristo.

El Nombre Dado al Señor Jesucristo

Antes de nacer el Señor Jesús, le fue profetizado,
. . . y se llamará su nombre Admirable . . . (Isaías 9:6).
Esta profecía ha sido cumplida en una manera maravillosa, porque Dios le ha dado un nombre, el cual es sobre todo nombre. El nombre "Jesucristo" es verdaderamente admirable. Podemos pensar en muchos nombres grandes en la Biblia. Podemos pensar en Moisés quien fue llamado "el varón de Dios". Pensamos en David de quien dijo Dios que era un hombre según la voluntad de Dios para el hombre. Podemos pensar en otros nombres grandes en la historia del mundo. Pero hay un nombre que es sobre todo nombre—el nombre "Jesucristo". Dios dice que nunca ha sido y nunca habrá nombre tan grande como este nombre, y es cierto. ¡El nombre "Jesucristo" es sobre todo nombre en este mundo o en el mundo venidero!
Hay un pasaje en Filipenses que cuenta de una manera hermosa cómo Jesús se humilló y como Dios lo ha exaltado:
. . . Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios . . . se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo,
y le dio un nombre que es sobre todo nombre . . . (Filipenses 2:5-9).
Dios el Padre ha declarado solemnemente que, algún día, toda rodilla se doblará al Señor Jesús y toda lengua confesará que Él es Señor  
Dios el Padre ha declarado solemnemente que, algún día, toda rodilla se doblará al Señor Jesús y toda lengua confesará que Él es Señor. La Biblia dice,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla . . . y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Filipenses 2:10-11).

Jesucristo es Señor de Todo

Lo que sigue son unos de los nombres dados al Señor Jesús en la Biblia:
"Maestro y Señor" . . . . . . . . . (Juan 13:13)
"Señor y Cristo" . . . . . . . . . (Hechos 2:36)
"Señor de todos" . . . . . . . (Hechos 10:36)
"Rey de Reyes y Señor de Señores" . . . . . . . (Apocalipsis 19:16)
El nombre "Señor" quiere decir "amo". Dios el Padre ha hecho al Señor Jesucristo gobernador y Señor de todo el universo. Él debe gobernar y reinar, y todos tienen que sujetarse a Él y obedecerle.

Jesucristo tiene que ser el Señor de Nuestras Vidas Ahora

Si somos cristianos, pertenecemos al Señor Jesucristo. Él nos ha comprado con Su propia sangre. La Biblia nos recuerda que,
no sois vuestros . . . Porque habéis sido comprados por precio
(1 Corintios 6:19-20).
Es el propósito de Dios que Jesucristo sea no solamente nuestro Salvador, sino también nuestro Señor. La Biblia dice,
Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven (Romanos 14:9).
Sabemos que Jesucristo es el Señor del Cielo; por eso, Él es Señor de todos los que han muerto y han ido al Cielo. También es el propósito de Dios que Jesús reine como Señor en nuestras vidas aquí en la tierra para que Él pueda guiar nuestras vidas a la voluntad perfecta de Dios.
Aunque el Señor Jesús está presente en la vida de cada creyente, Él no puede dirigir aquella vida si no se le reconoce como Señor. Él tiene que ser Quien decida qué es lo que debemos de hacer. Tiene que llegar el día en que le hagamos Señor de nuestra vida—un día tan definitivo como el día en que le recibimos como nuestro Salvador.
Tal vez tú nunca antes te habías dado cuenta que Dios ha hecho a Jesucristo el Señor de todo. Tal vez el Espíritu de Dios te ha mostrado que Él debe tener el mismo puesto en tu corazón que tiene en el universo. Tal vez ahora quieras hacerle Señor de tu vida para que puedas conocer la voluntad perfecta de Dios para tu vida. Aquí tienes una oración que quizás quieras orar:
Señor Jesús, tú eres Señor del Cielo y de la tierra. Quiero que tú seas Señor de mi vida. De ahora en adelante, tú eres mi Señor. Soy tu siervo(a). Enséñame tu voluntad perfecta para mi vida. Sea hecha tu voluntad, y no la mía, en mi vida. Amén.

Versículos para memorizar de la lección 6:

La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero (Efesios 1:20- 21).
Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Filipenses 2:10-11).
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (1 Corintios 6:19-20).
A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos (Mateo 10:32).
Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven (Romanos 14:9).

El Puente

Una Alegoría
por W. C. Irvine
El puente es Cristo
En mi sueño vine a la orilla de un gran río. Barcos de diferentes clases y tamaños constantemente cruzaban para la otra orilla; algunos parecían de una clase especial y siempre cruzaban seguros, pero muchos, muchísimos, no llegaron a la otra orilla.
Pasado el tiempo un gran puente fue construido a un costo tremendo, el cual amplió el río, y sobre este puente día y noche pasaba una corriente continua de personas—ancianos y jóvenes, ricos y pobres, sin temor de las traicioneras aguas abajo. A pesar que muchas personas cruzaban el puente con mucho gozo y canto, miles llegaban a las orillas del río y con mucho dolor y grande gasto construyeron sus barquillos y se embarcaban para la otra orilla— pero lástima, sin éxito. Los barcos que anteriormente habían cruzado con seguridad ahora ya no estaban, ni uno desembarcaba; todos los demás como antes, se perdían.
Queriendo saber el significado de todo esto, me acerqué a un guardián vestido de blanco, quien bondadosamente me informó. Me dijo, "este el río de la muerte, cada momento algunos están partiendo de su hogar terrenal para el más allá. Pero, lástima, la gran mayoría rehúsa el paso seguro por el bien construido puente, prefiriendo confiar en sus propias fuerzas para la seguridad. Sus pequeños barcos luego naufragan y se pierden."
"Pero," dije yo, "¡ antes que se construyera el puente muchos tuvieron éxito en llegar a la otra orilla, y ahora no lo hacen!"
"Ah," dijo el guardián, "antes que viniera Cristo, algunos obedientes a la ley de Dios y confiando en Él, llevaron el sacrificio convenido, y por la eficacia de la obra de Cristo en el Calvario, llegaron al otro lado seguros. Ahora no está hecha tal provisión; en Cristo, y solamente en Cristo hay seguridad. El puente es Cristo."
"Pero," dije yo, "¿por qué no cruzan todos por el puente? ¿Hay tales condiciones puestas que lo hacen imposible para la mayoría usarlo?"
"No, no," contestó él, "para nosotros que observamos, aquí está el misterio de las edades. El puente es GRATIS para todos quienes con fe sencilla aceptan al Cristo de Dios como su Señor y Salvador."
"Pero," me atreví a preguntar, "¿esto lo saben todos los habitantes de la tierra?"
"Sí, a la verdad, aunque parezca increíble, el Creador del Cielo y la tierra ha proclamado esta noticia bendita por unos 2000 años; y sin embargo—"
¡Y SIN EMBARGO MUCHOS QUE LEEN ESTA PUBLICACIÓN ESTÁN TRATANDO DE LLEGAR AL CIELO POR HACER BUENAS OBRAS! ¿Y TÚ?!

¿Crees Tú de VERDAD?

Esto es lo que escribió un ateo (uno que no cree en Dios):
Si creyera yo de verdad, como millones afirman creer, que el conocimiento y la práctica de la religión en esta vida influye en el destino en otra vida, la religión significaría todo para mí. Yo rechazaría los placeres terrenales como basura, las preocupaciones terrenales como locuras y los pensamientos terrenales como vanidad. La religión sería mi primer pensamiento al despertar, y mi última imagen antes que el sueño me hundiera en la inconsciencia. Yo trabajaría solamente por esta causa. Pensaría solamente en el mañana de la Eternidad. Estimaría que un alma ganada para el Cielo valdría una vida de sufrimiento. Las consecuencias terrenales nunca me detendrían ni sellarían mis labios. La tierra, sus goces y sus tristezas no ocuparían por un momento mis pensamientos. Lucharía para estar ocupado sólo con la Eternidad y las almas inmortales alrededor de mí, prestos para ser eternamente felices o eternamente miserables. Iría a todo el mundo y les predicaría a tiempo y fuera de tiempo, y mi texto sería,
"¿QUÉ APROVECHARÁ AL HOMBRE SI GANARE TODO EL MUNDO, Y PERDIERE SU ALMA?"
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